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Investigación identifica el gen que agrava el Alzheimer

La enfermedad de Alzheimer sigue siendo incurable, pero grandes avances se hicieon para comprender esta enfermedad. El último descubrimiento fue que el gen, que no había sido considerado un factor preponderante en la enfermedad, realmente lo es: Científicos de Tel Aviv asocian al RGS2 con una elevada sensibilidad del paciente a los efectos tóxicos de las placas amiloides-beta, en una etapa temprana de la enfermedad.

En concreto, la reducción de expresión de RGS2 aumenta la susceptibilidad de las células nerviosas del cerebro a los efectos dañinos de la placa asociada con la enfermedad de Alzheimer.

Amiloide-β es una proteína químicamente pegajosa por naturaleza, por lo que tiene una tendencia a aglutinarse. Incluso los pequeños grupos pueden bloquear las señales entre las células nerviosas. Grandes grupos se convierten en placas en nuestro cerebro, que es una de las características de la enfermedad de Alzheimer.

En teoría, aumentar la expresión del gen RGS2 (que es sinónimo de “Regulador de proteína de señalización 2”) podría reducir la sensibilidad a la placa, ralentizar o detener la progresión de la enfermedad neurodegenerativa crónica.

Otra esperanza es que el descubrimiento, publicado en “Translational Psychiatry”, puede conducir a nuevas vías para el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer, por ejemplo a través de un análisis de sangre.

Amiloide-β se vuelve tóxico cuando se forma una versión mal plegada, lo que puede inducir a otras proteínas amiloides-beta a malformarse, en una especie de reacción en cadena. Esa primera versión mal plegada se llama una semilla y una vez que una persona tiene muchas de ellas, se obtiene la placa amiloide.

Como consecuencia, la ciencia todavía no sabe lo que hace la β-amiloide correctamente plegada.

Ni siquiera el papel de las placas están del todo claras. Hasta ahora, la investigación del Alzheimer se ha centrado en dos características patologicamente específicas de la enfermedad: los depósitos de placas de amiloide-β mal plegados y los nudos neurofibrilares que se encontraron en cerebros enfermos, explica el Dr. David Gurwitz. Hay un inconveniente sin embargo: “En recientes estudios sugieren que las placas de amiloide-beta también son una característica común de los cerebros sanos de edad avanzada”, explica el doctor, lo cual plantea preguntas sobre el papel de los péptidos beta-amiloide en la patología de la enfermedad de Alzheimer.

La prueba de sangre se convierte en viable dada la observación de que la expresión reducida de RGS2 ya se nota en las células de sangre durante el deterioro cognitivo leve, la fase más temprana de la enfermedad de Alzheimer, dice Gurwitz. “Esto apoya nuestra teoría de que la expresión reducida RGS2 representa un mecanismo de protección provocada por la neurodegeneración cerebral permanente”, añade.

El equipo encontró además que la expresión reducida de RGS2 se correlacionó con un aumento de la neurotoxicidad de amiloide-β. Actuó como una espada de doble filo, que permite al cerebro enfermo funcionar con un menor número de neuronas, al tiempo que aumenta el daño mediante la acumulación de A

Con la colaboración de