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Jordi Camí: "El futuro está en la prevención"

Jordi Camí, director de la Fundació Pasqual Maragall, describe en este artículo cómo ha cambiado, en los últimos años, el enfoque sobre cuándo hay que actuar para parar o retardar el alzheimer.

“El alzheimer todavía no tiene cura. Un siglo después de su descripción como enfermedad, asistimos a un cambio radical de enfoque. Hace pocos años se ha llegado al convencimiento de que la aparición de la sintomatología clínica caracterizada por la pérdida de la memoria reciente no es el inicio de la enfermedad. Es una fase más de un proceso patológico que lleva décadas evolucionando de manera silenciosa. El nuevo paradigma consiste, pues, en comprender bien la historia natural de la enfermedad, especialmente esta larga etapa asintomática, en la cual pensamos que hay que actuar para parar o retardar la evolución hacia la fase clínica, momento en el cual ya no hay remedios, dado que el cerebro está demasiado dañado.

Este cambio de enfoque hacia la prevención secundaria de la enfermedad es muy esperanzador. Seguramente aquellos medicamentos que han fracasado en personas enfermas se probaban cuando todo ya era demasiado tarde. Si con esta nueva estrategia, empezando a actuar mucho tiempo antes, se consigue que acabe habiendo menos personas enfermas, los réditos serán extraordinarios.

Hace dos meses saltaba a los medios de comunicación la noticia de los resultados clínicos de un nuevo medicamento, el aducanumab, un anticuerpo monoclonal que resultaba eficaz reduciendo la carga de proteína amiloide acumulada en el cerebro de enfermos de alzheimer, una investigación que confirmaba clínicamente la hipótesis de la principal causa asociada a la neurodegeneración característica de esta patología. La estrategia complementaria al uso de estos nuevos anticuerpos son los medicamentos capaces de inhibir la producción de la propia proteína amiloide. Este sería el caso de los inhibidores de la BACE-1 como el verubecestat, que es objeto de noticia hoy. Estas buenas noticias son el ejemplo de que los que hacen investigación básica no están perdiendo el tiempo. Luego, conforme los fármacos se muestran relativamente seguros hay que estudiarlos en el ser humano para comprobar si son realmente eficaces. Aquí nuevamente estamos asistiendo a un nuevo enfoque, puesto que muchos de estos nuevos medicamentos se probarán por primera vez en personas no enfermas.

En el centro de investigación de la Fundació Pasqual Maragall (Barcelona Brain Research Center) estamos estudiando a fondo a una cohorte de casi tres mil personas voluntarias, una buena parte descendientes de familiares que tienen o han sufrido la enfermedad de Alzheimer. Estos voluntarios se prestan para que indaguemos sobre el curso evolutivo de esta alteración biológica que empieza décadas antes de manera silenciosa, si es que se presenta. Si algunos de estos voluntarios acaban mostrando el riesgo de sufrir la enfermedad, nuestra estrategia será intervenir para evitar que esto pase. Dentro de pocos meses comenzaremos ensayos clínicos en personas asintomáticas pero que ya tienen este riesgo. Tener este riesgo no quiere decir que acabarán desarrollando seguro la enfermedad, pero conviene actuar.

Viene a ser lo que ya se está haciendo en el caso de la prevención de enfermedades cardiovasculares. Nos referimos al hecho de que se prescriben medicamentos que reducen el colesterol a personas de alto riesgo para evitar que hagan una arteriosclerosis tan importante que les lleve a enfermedades más graves. Este es el nuevo enfoque que tenemos que validar en el alzheimer y que puede definir un antes y un después en la historia de esta enfermedad y sus consecuencias. En cualquier caso, necesitamos que lleguen más medicamentos nuevos a la fase clínica, que sean más selectivos y menos tóxicos, y no descartamos que se tengan que probar combinaciones. Estamos ante un momento en el que todas las piezas del engranaje científico, tanto la investigación básica como la aplicada, son indispensables. No hay atajos, sólo con nuevo y mejor conocimiento científico conseguiremos un futuro sin alzheimer.

Fuente: La Vanguardia

Con la colaboración de