El Alzheimer avanza y su progresión parece imparable. La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que entre un 5% y un 8% de la población mayor de 60 años sufre demencia en algún momento y pasará de afectar a 82 millones de personas en nueve años a 152 millones en tres décadas. El Alzheimer es el principal motivo de esos casos y no tiene cura. El estudio de sus causas abre sin embargo la esperanza de conseguir frenarla. Una investigación, publicada en Nature Aging y liderada por Javier Vitorica y Alberto Pascual, del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS), Universidad Hispalense, CIBERNED y CSIC, ha identificado una vía que da alas a la enfermedad de Alzheimer: la hipoxia de las células en el cerebro, la falta de oxígeno que afecta a la función de este principal y poco conocido órgano. Desentrañar su funcionamiento abre las vías a tratamientos y a la adopción de hábitos de vida que paren la enfermedad.
Chris Peers, de la Universidad de Leeds (Reino Unido), explica que “los elementos neurotóxicos primarios del Alzheimer se acumulan a lo largo de los años para formar las placas extracelulares, que son la característica distintiva de la enfermedad”. El mismo investigador afirma, en un trabajo publicado en Essays in Biochemistry, que numerosos trastornos cardiorrespiratorios o accidentes cerebrovasculares “privan completamente al cerebro de oxígeno durante un período de tiempo y los pacientes que sufren de estas afecciones son mucho más susceptibles al desarrollo de Alzheimer”.
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