La familia de Maribel Tellaetxe, de 76 años y enferma de alzheimer, llevará el próximo lunes las casi 200.000 firmas recogidas hasta hoy al Congreso de los Diputados para que se despenalice la eutanasia y el suicidio médicamente asistido. A las 10,30 de la mañana de ese día, Txema, su marido, y sus tres hijos, David, Ruth y Danel, registrarán esta petición, con el objetivo de que se avance en una norma a la que se comprometieron los socialistas.
Esta familia inició hace un mes una campaña (SOS Amatxu) solicitando que se despenalice la eutanasia parta poder cumplir la voluntad de Maribel, una mujer que conocía bien los estragos del Alzheimer, ya que su madre lo había padecido, y que cuando fue diagnosticada hace ya una década hizo prometer a los suyos que cuando el deterioro fuera grande, acabaran con su vida.
“Mia amatxu no quería vivir sin conocer a sus hijos, a su marido y así lo dejó escrito en el documento de últimas voluntades”
Mi amatxu no quería esto, no quería vivir sin reconocer a sus hijos y a su marido. Ella no quería seguir viviendo sin nosotros, que éramos el sentido de su existencia. Y así lo dejó escrito en el documento de últimas voluntades, que registró en el Gobierno vasco, cuando se encontraba en plenas facultades mentales. No en vano, conoce bien el alzheimer y su desarrollo porque mi abuela, su madre, también lo sufrió. Y es horroroso, sencillamente horroroso”, explica David Lorente Tellaetxe, el hijo mayor.
El deterioro de esta vecina de Portugalete (Bizkaia) es ya muy grande. No conoce a su gente, su mayor miedo y angustia, y precisa de ellos constantemente para cualquier cosa. “Ni siquiera reconoce a mi aita (Txema), con quien lleva desde los 13 años”, se lamenta David.
“Nadie puede imaginar el grado de impotencia que sentimos al verla llorar y sufrir”
Para su hijos y para Txema, verla así es un auténtico sufrimiento: “Nadie puede imaginar el grado de impotencia que sentimos al ver llorar y hacer gestos de dolor a la mujer que más queremos, sin ser capaces de ayudarla”. Máxime cuando ella dejó por escrito que no quería llegar a este extremo, que prefería morir. “Pero nosotros no podemos cumplir con su voluntad porque el Estado determina que mi ama debe seguir sufriendo”. La ley no lo permite.
Maribel registró en el Gobierno vasco el documento de últimas voluntades en el que pedía morir cuando el deterioro fuera grande. Pero también se lo dejó por escrito a su familia el día 15 de diciembre del 2006.
Maribel dejó escrito: “Es tan tremendamente fuerte este amor por ti y nuestros hijos, que si empezara a olvidarme de amar, quisiera dejar de vivir”
Esta es la misiva que envió a su familia: “No sé por qué he empezado a escribir. Bueno sí, es que hoy ha sido uno de esos días de los que, de vez en cuando, leo los dos escritos que tengo debajo de la cama; uno de Dani del 2002 y el otro tuyo de agosto del año pasado. No soy una persona inteligente o viva (y eso si lo siento porque tú lo valoras, Txema), pero sí creo que entregada, sincera y dispuesta en todo y con todos los que amo y sobre todo con los que tanto quiero: tú y nuestros hijos”.
“Es tan tremendamente fuerte y fantástico este amor por ti y por nuestros hijos, que si empezara a olvidarme de amar, también quisiera dejar de vivir y no creo que esto es ser pesimista, porque si había que poner la “carne” en el asador, yo ya la he puesto. Si lo que me queda de vida, va a dificultar la vuestra, no deseo seguir viviendo. Viviría una eternidad amándonos y amándoos. Parece ser que en algún momento no lo supe hacer muy bien. Txema: perdóname por ello. Hubiera preferido sufrir y morir por evitarlo. Os quiero. Sí, me olvido de todo. Pero de amaros no me olvidaré nunca; lo juro. Aunque no me entere, no sienta, no vea, no hable, no escuche… os seguiré queriendo. Sois lo mejor de mi vida. Os quiero, Ama”
Fuente: lavanguardia.com