El presidente Obama ha revelado una iniciativa federal denominada en inglés BRAIN (cerebro), la cual describe como “un nuevo esfuerzo audaz de investigación para revolucionar nuestra comprensión de la mente humana y descubrir nuevas maneras de tratar, prevenir y curar trastornos del cerebro, tales como el Alzheimer, la esquizofrenia, el autismo, la epilepsia y las lesiones cerebrales traumáticas”.
La iniciativa es una digna empresa nacional, que podrá ayudarnos a comprender y tratar los trastornos cerebrales. Podrá, afirma el presidente, servir de estímulo para el crecimiento económico con innovaciones parecidas a las que produjo el “proyecto nacional del genoma”.
Yo concuerdo con el presidente en que “abrirá nuevas puertas a la comprensión de cómo se vincula el funcionamiento del cerebro con el comportamiento y el aprender humanos”. Donde discrepo, sin embargo, es en que esta comprensión lleve a mejorar la educación o a promover la instrucción, instrucción que la investigación ha comprobado es la mejor para el aprendizaje, el pensamiento y el actuar.
Mi escepticismo parte del inexplicable fracaso del gobierno de Obama, bajo el secretario de Educación, Arne Duncan, por presentar y respaldar la instrucción bilingüe (“dual language” en inglés) como base fundamental de la educación primaria, intermedia y secundaria. Durante más de una década, la neurociencia ha documentado los beneficios cognoscitivos que resultan de la educación bilingüe.
Dichos beneficios se extienden mucho más allá de las ventajas aceptadas económicas y sociales que se asocian con el bilingüismo y que con frecuencia se traducen de la compleja terminología de las revistas de investigación médicas y neurocientíficas a simples titulares noticiosos, como “Los cerebros bilingües son mejores”.
La ciencia empírica, incluyendo las autopsias y las radiografías, ha demostrado que las personas bilingües o multilingües, en particular las que lo son desde jóvenes, cuentan con más “materia gris”, la materia prima del intelecto humano. Más recientemente, la investigación psicológica, implementando imágenes por resonancia magnética funcional (IRMF), que permite que los científicos vean el cerebro en función, ha demostrado que el bilingüismo aumenta la actividad neurológica asociada con el pensamiento