El control remoto de pacientes podría suponer un ahorro para los servicios sanitarios del mundo de 36.000 millones de dólares (unos 26.500 millones de euros) entre 2014 y 2018, según un estudio de la consultora especializada en dispositivos móviles, Juniper Research.
Gran parte de este ahorro se desprende de los pacientes de más edad. “Los mayores de 60 años tienen al menos una patología crónica -dolencias cardiovasculares, diabetes, trastornos respiratorios, cáncer y demencia- que requiere una atención frecuente, prolongada y, por tanto, cara”, explica el director de comunicación y vicepresidente de la Sociedad Española de Informática de la Salud (SEIS), Salvador Arribas. El 75% del presupuesto sanitario anual de los países desarrollados está destinado al tratamiento de este tipo de enfermedades, según el Informe sobre la Situación Mundial de las Enfermedades no Transmisibles de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Con el aumento de la esperanza de vida, habrá más casos y se prevé que este coste crezca aún más” puntualiza Arribas. La OMS estima que cada aumento del 10% de la incidencia de enfermedades no infecciosas, principalmente las crónicas, se asocia a una disminución del 0,5% del crecimiento anual de la economía.
Entre las herramientas disponibles para la telemedicina, los smartphones y sus aplicaciones específicas “potencian la interactividad entre el paciente y sus médicos, por lo que ayudan a dar un servicio más barato, más cómodo y eficaz”, explica Arribas. Los ahorros derivados del uso de estas apps ya se asocian al 25% de la población española, que las utiliza por indicación de su médico. Este dato sitúa a España en el segundo puesto en Europa, tan sólo superada por Finlandia, con un 28%, según se desprende del último Informe Socialogue publicado por IPSOS, una multinacional dedicada a la investigación de mercados.
A nivel global, el número de usuarios de las aplicaciones médicas en su smartphone se sitúa en 15 millones, cifra que podría multiplicar por seis hasta 2018, de acuerdo con el estudio de Juniper Research. En total, dentro de cinco años, los usuarios de las apps de salud podrían rozar los 100 millones.
“Las apps de salud que más se utilizan y las que más se están desarrollando son las relacionadas con las enfermedades crónicas”, cuenta Arribas. En su opinión, “también tiene mucho auge las que ayudan a estar saludable”. De acuerdo con él, un estudio del Instituto IMS para la Informática de la Salud señala que ocho de cada diez de estos productos desarrollados para iPhone sirven para prevenir enfermedades y tener un estilo de vida sano -dejar de fumar, perder peso, monitorizar el ejercicio físico o dormir mejor-.
Apps falsas
Pero como no todo el monte es orégano, a pesar del crecimiento exponencial de este tipo de servicios móviles, el informe de IMS advierte de que casi la mitad de las 43.689 aplicaciones clasificadas en las categorías “Salud y ejercicio físico” y “Médicas” de la AppleStore no lo son realmente. El director ejecutivo de la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer y otras Demencias (CEAFA), Jesús María Rodrigo, explica esta suplantación de identidad: “Muchas dicen ser terapéuticas, pero sólo son meras distracciones o no están respaldadas por expertos”. Por ello, considera “necesario tener precaución y revisar bien la información y los consejos de este tipo de apps porque falta control”.
En España no hay un organismo de control a nivel nacional que certifique este tipo de aplicaciones médicas y “son el usuario y el mercado quienes deciden si algo funciona o si es útil y fiable”, explica Arribas. Tan sólo Cataluña y Andalucía poseen iniciativas encaminadas a dar mayor garantía a los usuarios. La Estrategia de calidad y seguridad de aplicaciones móviles de salud andaluza otorga el distintivo AppSaludable si cumple ciertos requisitos de calidad y seguridad.
En EEUU, en cambio, la Agencia del Medicamento (FDA, de sus siglas en inglés) ejerce de órgano regulador en todo el país. No sólo ha desarrollado una guía para evaluar este tipo de herramientas médicas, sino que, además, supervisa la seguridad y eficacia de aquellas que puedan tener cierto riesgo sobre la salud de sus usuarios.
Otra problemática que plantea el m-health (salud en el móvil) es la cantidad ingente de información que introduce el usuario y que queda en la nube. En opinión del subdirector de SEIS, “el control de estos datos es siempre difícil de asegurar”. Cree que “se debe confiar en la labor de la Agencia Española de Protección de Datos y, en todo caso, estar pendiente por si se vulnerara la intimidad”.
Brecha digital y personalización
Eva Beade, miembro de Redpacientes -comunidad on line para el intercambio de información y experiencias sobre salud- explica que su padre utiliza algunas aplicaciones en su móvil para controlar la enfermedad que padece: “Él tiene 55 años y me ha costado bastante trabajo enseñarle, pero ahora estoy mucho más tranquila porque sé que es capaz de medirse la tensión y controlar las pastillas que tiene que tomar gracias a su smartphone”.
La brecha digital condiciona el desarrollo de las apps destinadas a enfermedades más comunes en personas de mayor edad, menos acostumbradas a utilizar los dispositivos móviles. El director del Laboratorio de Software de Indra, Manuel Martín, explica que han tenido en cuenta este factor en la reciente aplicación para tabletas que ha desarrollado para ayudar a pacientes con la enfermedad de Alzheimer a conservar recuerdos. Está convencido de que “los dispositivos táctiles, las pantallas grandes y los menús sencillos facilitan el tránsito a lo digital, al tiempo que un carácter personalizado resulta fundamental para la efectividad de las aplicaciones”.
La falta de personalización es el principal problema de los pacientes de enfermedades raras, como la propia Beade, quien padece el síndrome de Ehlers-Danlos. Al igual que suele pasar con los fármacos asociados a este tipo de dolencias, sus aplicaciones específicas también parecen estar huérfanas. La afección de Beade ataca a distintas partes de su cuerpo -corazón, huesos y músculos- por lo que se ve obligada a utilizar varias apps distintas.
Este tipo de telemedicina aún no es perfecta, pero avanza firme, como muestran sus datos de crecimiento. El desafío que tienen por delante los sistemas sanitarios es el de implementarla a la vez que se le da solución a los problemas de inseguridad, control de la información, accesibilidad y atención personalizada. Si todo esto se consigue, quizás, se pueda dar una atención sanitaria más cómoda, eficaz y, sobre todo, más sostenible. En palabras de Arribas, “el siglo XIX será en el que la salud la vamos a llevar en el bolsillo”.
Fuente: centrodeinnovacionbbva.com