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“La medicina genómica va a dominar la praxis médica en años venideros”

“Nadie que se haya diferenciado de la manada ha pasado desapercibido ”, apunta el investigador Ramón Cacabelos, presidente de Euro Espes, al que le gusta de finirse como un obrero amante de la ciencia que trabaja por el bienestar y la salud de las personas"

Médico, investigador, científico, profesor, divulgador, empresario... si tuviese que definirse ¿cómo lo haría?

Soy un obrero de la ciencia y un amante del conocimiento que trabaja por el bienestar y la salud de las personas. Esa es mi vocación.

Tras haber sido profesor en Santiago o la Complutense, abandonó por propia voluntad la universidad pública y se marchó a la privada para ocupar la primera cátedra de Medicina Genómica de España en la Universidad Camilo José Cela. ¿Cree que el modelo público universitario e investigador español está desfasado? ¿Siente que a usted le ha negado algo?

Aunque me he educado en Japón, donde pasé los mejores años de mi formación en el departamento de Psiquiatría de  la Universidad de Osaka, estoy muy agradecido a las personas que influyeron en mi decisiónde volver a España. Toda mi gratitud para el exrector Carlos Pajares y el exdecano de Medicina Jesús Otero, que fueron los artífices de mi venida a la Universidade de Santiago. Ambos, además, fueron personas determinantes, en su momento, del progreso y modernización de esta universidad. También estoy muy agradecido al profesor Francisco Rubia y al exrector Gustavo Villapalos, que propiciaron mi ingreso en la Universidad Complutense de Madrid, tras aprobar la oposición correspondiente. En la universidad pública española están los mejores profesionales, entre otras cosas porque hasta ahora tampoco tenían oportunidad de estar en otra parte; pero la  situación está cambiando. La
universidad, igual que la política, necesita una profunda regeneración. Hay que pasar de la meritocracia endogámica a un auténtico mercado libre curricular, donde la competencia limpia esté por encima de intereses viciados; hay que pasar de una gestión pseudodemocrática a un modelo competencial donde la excelencia esté por encima de la mediocridad; hay que cambiar la rigidez administrativa por la flexibilidad contractual. Algunas de estas cosas son las que tiene que implantar la universidad privada para ser competitiva. Yo me fui de la pública cuando era un treintañero porque me aburría y porque aquellos valores en los que había sido educado en Japón, como la honestidad, el espíritu de progreso, la sana competitividad, la cooperación, la solidaridad y el respeto, no eran moneda de cambio común en el ambiente universitario; y volví a la universidad siendo un cincuentón para crear la primera cátedra de Medicina Genómica de España y para dirigir el Vicerrectorado de Investigación y Ciencia en la Universidad Camilo José Cela con la intención de poner en valor lo que debe ser una universidad moderna del siglo XXI.

Aunque preside las asociaciones española y mundial de Medicina Genómica, además de la nacional de Neurogerentología y Neurogeriatría, algunos de sus colegas no han dudado en cuestionar su labor, ¿a qué achaca que se haya convertido en una persona que genera controversia? ¿Basta utilizar el poder de seducción, como le achacan, para acceder a los cargos que ostenta?

Decía un amigo mío que no hay peor amenaza que la lengua de un ignorante. En el mundo real lo único que vale son los resultados, no las artes de seducción de los incapaces. En la historia de la humanidad, nadie que se haya diferenciado de la manada ha pasado desapercibido; por lo tanto, si tu conducta y obras satisfacen a todo el mundo, algo estás haciendo muy mal o eres un pobre mediocre camaleónico que cambia la chaqueta cuando le conviene para tener contentos a todos; en cambio, si mantienes una dirección definida y tus hechos generan división de opiniones, entonces lo que haces tiene sentido porque al menos despierta la conciencia de los defensores y de los detractores por igual. Ningún buen colega emite juicios de valor sin conocimiento, y es muy frecuente que tus peores enemigos estén dentro de tu sector o compartiendo techo; pero también es corriente que a todo cerdo le llegue su san martín.

¿Y estima que a usted puede considerársele profeta en su tierra o, por el contrario, se le valora más fuera?

No me gustan ni los tópicos ni los profetas. No he pretendido nunca ser profeta en mi tierra, pero sí he querido dar lo mejor a mi tierra en términos de progreso científico y tecnológico; por eso decidimos crear el Centro de Investigación Biomédica EuroEspes en Coruña y no en otro lugar de España, donde probablemente el respaldo institucional hubiese sido más noble. Sin embargo, la respuesta y capacidad de entendimiento de la gente de Galicia ha sido excelente. Por otra parte, hoy vivimos en una gran aldea global, que es el mundo, donde el reconocimiento científico es un premio que te otorga la comunidad científica internacional que, en definitiva, es quien te juzga y evalúa. A nivel nacional, hay entidades como la Aneca, del Ministerio de Educación y Ciencia, que analiza nuestra trayectoria profesional y acredita nuestro valor científico. A la ciencia y a las personas no se las debiera juzgar en las tabernas o en las discusiones de sobremesa. En estos ambientes prevalece más el efecto etílico y la opinión intoxicada que la razón.

Hace un año el grupo de investigadores del Centro Médico EuroEspes, que usted fundó, presentaba una vacuna contra el alzhéimer que, a diferencia de otras, además de ser preventiva es terapéutica, y confiaban en iniciar en breve los ensayos clínicos con humanos, ¿en qué punto se encuentra de desarrollo actualmente?

Registramos la vacuna EB101 contra el alzhéimer en la Oficina de Patentes de Estados Unidos en 2011 y presentamos el primer trabajo científico internacional en 2012. Desde entonces han salido otras dos publicaciones, confirmando los efectos preventivo y terapéutico de esta modalidad de inmunoterapia. En la actualidad estamos completando los estudios preclínicos y analizando diferentes formas de administración. Hemos iniciado gestiones para su venta a multinacionales del sector, con el fin de que asuman el alto coste de su desarrollo clínico. En estos momentos, se están investigando más de dos decenas de vacunas contra el alzhéimer. La competencia supongo que será un estímulo para los investigadores pero, al mismo tiempo, deja entrever falta de colaboración e intercambio de conocimientos

¿Cuál es realmente la situación?

En el entorno de la industria farmacéutica existe una terrible competición por lograr algún tratamiento eficaz para el alzhéimer, puesto que los medicamentos disponibles son de escasa eficacia y pobre relación coste- beneficio. En este alto nivel de competencia industrial, en el cual las inversiones en desarrollo son millonarias, no es fácil establecer convenios de colaboración. Esta guerra no la van a ganar los mejores sino aquellos que dispongan de mayor capacidad económica y poder inversor. Por ejemplo, los chinos son los que mejores trabajos están realizando, pero seguramente serán las multinacionales de Estados Unidos las que primero pondrán en el mercado una nueva vacuna. Europa se ha quedado atrás.

Ustedes también desarrollaron ya hace unos años una tarjeta farmacogenética digital que permite personalizar el tratamiento farmacológico. ¿Cómo se explica que no se generalice su uso? ¿Por qué la comunidad médica y las autoridades sanitarias no muestran mayor interés?

La Tarjeta Farmacogenética EuroEspes fue el primer producto que desarrollamos para que los médicos y los usuarios tuviesen un instrumento útil que les permitiese saber qué medicamento debían prescribir o qué medicamentos debían evitar. En España hay más de 6.000 personas que disponen de esta tarjetay vari as instituciones la han adquirido para sus empleados y ejecutivos. El interés por el perfil farmacogenético de nuestra tarjeta ha hecho que en los últimos tres años, al menos seis laboratorios nacionales intenten hacer lo mismo con otros formatos. La generalización del uso de este tipo de producto no es fácil por varios motivos: (a) la salud pública tiene otras prioridades y otras necesidades más urgentes, además de estar sumida en una profunda crisis económica; (b) la medicina genómica y la farmacogenómica son disciplinas muy modernas cuyo conocimiento no está al alcance de toda la comunidad médica, a pesar de ser los instrumentos más potentes con los cuales todas las especialidades médicas van a afrontar el futuro; (c) la información disponible en los prospectos de los medicamentos es incompleta y no ayuda al médico a prestar atención sobre aquellos fármacos con especial repercusión farmacogenética. Esta situación se corregirá en los próximos 5-10 años porque tanto la FDA americana como la EMEA europea ya están recomendando a la industria farmacéutica la incorporación de información farmacogenética tanto en fármacos viejos como en productos de nuevo desarrollo. Al mismo tiempo, en las facultades de Medicina estamos incorporando nuevos programas educativos para que los futuros médicos se familiaricen con la Medicina Genómica que dominará la praxis médica en años venideros.

¿Por qué no resulta rentable la investigación médica siendo la salud una prioridad básica? En tiempos como los actuales de crisis, ¿cómo se financia?

El tema es complejo. En cualquier sociedad moderna la investigación médica es un tema prioritario; y la investigación científica y técnica, en cualquier ámbito, es el principal motor de progreso en una sociedad avanzada; por lo tanto, debemos partir de la base de que toda buena investigación es rentable, entre otras cosas porque la investigación es fuente de conocimiento y el conocimiento es la principal fuente de poder. Sin conocimiento el dinero no vale nada. Con la crisis económica se restringieron los presupuestos para investigación tanto en el sector público como en el privado, y ello está generando un importante retroceso
en nuestro poder competitivo como país. Obviamente, la situación en otros países es completamente diferente. China, Corea, Japón, Alemania, USA y países emergentes como Kazajistán, siguen manteniendo un nivel de inversión científica muy razonable. Pero lo más importante es que los fondos para investigación deben proceder en gran medida del sector privado; y la desgracia es que en nuestro país esos fondos son escasos y para colmo la industria desconfía de la universidad porque no es competitiva, con lo que entramos en un bucle desastroso. Necesitamos, además de dinero, un profundo cambio de mentalidad. El sector público debe entender que depende del privado, vive de los impuestos privados, y no puede ser enemigo o denigrar de lo privado; y esto no es un problema de dialéctica política entre un marxismo-leninismo decadente y un neoliberalismo delirante. Es un vulgar problema económico que se resuelve con una ecuación de responsabilidad profesional: toda inversión científica en medicina debe obtener algún retorno que redunde en beneficio de la sociedad. En este modelo no cabe el parasitismo institucional, la investigación estéril, o la incompetencia vitalicia.

¿Cuál establece como su reto más inmediato?

Desde el punto de vista científico, estamos trabajando en varios frentes: un nuevo producto para prevenir la muerte neuronal prematura en la enfermedad de Alzheimer; un nuevo bioproducto para la enfermedad de Parkinson; estamos explorando un segmento del genoma que podría estar relacionado con la arteriosclerosis y el envejecimiento tisular; y también estudiamos nuevos genes potencialmente involucrados en la seguridad y eficacia de varios medicamentos para el ictus, las enfermedades del corazón y el cáncer, con el fin de reducir efectos secundarios y mejorar la eficacia de los medicamentos de uso común en el tratamientos de estas enfermedades. Desde un punto de vista personal, mi reto más inmediato es irme a pescar a la Ría de Arousa y encontrar una sirena por fuera de Sálvora.

Fuente: El Correo Gallego

Con la colaboración de