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La memoria emocional

Según las investigaciones científicas, existen dos tipos de memoria en las personas que, además, están ubicadas en diferentes regiones de nuestro cerebro. Por una parte, en el área denominada hipocampo, se almacenan los hechos y acontecimientos puros, mientras que es en la amígdala, en donde se archivan los recuerdos con alto contenido emocional. Ambas memorias están conectadas, pero cada una gestiona un tipo de información. Por ejemplo, cuando escuchamos una canción conocida, el hipocampo nos traerá a la conciencia la letra y la melodía del tema; pero será la amígdala la que logre que experimentemos una poderosa sensación si es el caso de que esa pieza musical estuviera asociada a algún recuerdo importante para nosotros.

Seguramente esta división es la responsable de que el ser humano se haya sentido, a lo largo de su historia, confuso entre lo que siente y lo que piensa, ya que no necesariamente ambos tipos de recuerdos tienen que coincidir. Sería el caso del viejo cine al que acudíamos en nuestra infancia, que recordamos pequeño, incómodo y con mala calidad de sonido, al mismo tiempo que nos evoca un sentimiento de absoluta añoranza.

Por otra parte, y debido a que, como decíamos, ambas memorias trabajan coordinadas, se producen efectos de facilitación del recuerdo cuando un suceso nos conmueve. Si un hecho nos produce placer o nos provoca la risa, somos capaces de recordarlo mucho mejor. Es un dato clave que podemos tener en cuenta cuando tratemos de enseñar algo a un niño. Si logramos que éste aprenda contenidos asociados a vivencias emocionales, nos aseguraremos de que los recuerde durante toda su vida. Tanto es así que, como se ha demostrado, los últimos recuerdos que conservan los enfermos de Alzheimer son los emocionales. En base a todo lo expuesto, quizá ya podamos comprender por qué a algunas personas les producen una sensación tan desagradable las palomas del parque, las cucarachas o los pasillos oscuros, a pesar de que sean incapaces racionalmente de encontrar ningún elemento peligroso en ellos. Seguramente se debe a que en algún momento de su infancia, cuando su memoria racional aún se estaba desarrollando, experimentaron una vivencia muy desagradable con alguno de estos elementos.

Así de curiosa es nuestra memoria: dos áreas bien diferenciadas y cuyo funcionamiento se optimiza cuando ambas trabajan coordinadas. Así somos nosotros.

Fuente: diarioinformacion.com

Con la colaboración de