Cesta de la compra

{{#if has_items}}
{{#each line_items}}
{{ full_title }}
{{ quantity }}
{{{ subtotal_human }}}
{{/each}}
Subtotal {{{ subtotal_human }}}
{{#if coupon_name}}
Cupón de descuento {{ coupon_name }} - {{{ coupon_discount_human }}} x
{{/if}} {{#if donation}}
Donación {{{ donation_human }}}
{{/if}}
{{#if shipping_handling_left_for_free}}
(Te quedan {{{ shipping_handling_left_for_free }}} para que el envío sea gratis)
{{/if}}
{{#if tx_okstock}} Envíos en 72h. {{/if}} {{#if delivery_date}} El pedido te llegará el {{ delivery_date_human }} {{/if}}
Total {{{ total_ceafa }}}
{{else}}
Actualmente no tienes nada en la cesta de la compra. Ir a la tienda.
{{/if}}

«La música cambia a las personas y logra incluso que canten enfermos de Alzheimer»

En la prisión de Villabona vi a gente muy falta de cariño, llorando perdidamente con nuestras actuaciones musicales»

Tina Gutiérrez, cantante, es directora artística de la Fundación Cultural Don Pelayo, una institución constituida hace cuatro años, no muy conocida aún pero que desarrolla a través de la música una gran labor tanto en geriátricos y centros asistenciales como en la magnífica escuela que tiene en Oviedo.

–¿Cuál es la filosofía de la fundación?

–Ayudar a personas con problemas, a personas mayores, a personas solas. A través de la música yo ya había tenido contactos en geriátricos.Y mi padre estuvo en uno. Sé cómo son.

–Cuente una experiencia.

–Una vez, en una planta de enfermos de Alzheimer que estaban algo nerviosos, me puse a cantar y se tranquilizaron casi como por milagro. También he tenido muy buenas experiencias en centros con ente con discapacidad psíquica.Y en la Unidad Terapéutica y Educativa de la prisión deVillabona. Lo que viví en la cárcel fue apasionante. No se puede narrar, ¡qué cantidad de sentimientos! Ves allí gente muy falta de cariño, llorando perdidamente con las actuaciones.

–¿Cómo consiguieron el local donde está la escuela de música?

–El Ayuntamiento de Oviedo nos lo cedió. Tiene mil metros cuadrados, está en Cerdeño. Nos apoya también el Principado con una batería de subvenciones, Cajastur y Caja Navarra. Nos ha ayudado muchísimo don Fernando, el párroco de la iglesia de San Juan. Es como si fuese mi padre. En ese local tenemos una escuela de música no reglada, solo como divertimento con gente desde cuatro años hasta setenta.

–¿Con precios asequibles?

–Sí, sobre todo para el núcleo familiar.

–¿Quién da las clases?

–Profesores que son artistas y durante el verano trabajan, como es mi caso, para generar fondos para la fundación.

–Arturo Fernández promociona la fundación con anuncios en los medios.

–Es patrono de honor, lo mismo que José Velasco y Manolo Díaz. Arturo nos cedió su imagen de una forma muy amable. Tenemos unos 180 alumnos y treinta y tantos profesores. Pero no tenemos dinero para hacer marketing. Está muy ajustado para nuestros fines. No podemos dedicar fondos a promoción, por lo menos serían necesarios para eso 30.000 euros.

–¿Qué perfil tienen los alumnos?

–Viene gente de Sama, por ejemplo, y de otras ciudades y villas. Tenemos jubilados de las Cuencas a quienes les gusta la música. También de Oviedo, claro. Gente que siempre quiso tocar un instrumento y no había tenido oportunidad. Gente mayor que les da vergüenza ir a un conservatorio y que además no les interesa ser profesionales.

Damos clases a gente que hizo la carrera de música clásica y les enseñamos a tocar música popular.

–¿Y los niños?

–Empezamos jugando con ellos, con percusión y una bailarina. Así se les acerca a la música y van conociendo los instrumentos. Son cosas que nacen de mis veinte años de experiencia en los escenarios.

–¿Proyectos?

–Queremos que nos contraten más para generar fondos para la fundación. Acabaremos montando talleres de pintura, de literatura, de teatro... hemos pensados en la ópera orientada a los niños aunque ciertamente en Oviedo ya hay mucha cultura en música clásica.

–¿La música hace milagros?

–La música cambia a las personas, cambia su carácter y hace cantar incluso a los enfermos de Alzheimer. La gente con problemas después de una sesión sale con la autoestima por las nubes.Y quienes no tienen problemas reciben al menos formación que se está abandonando en las escuelas. Queremos estar al lado de las personas que padecen. Estamos perfilando nuevos

proyectos.Ayudar a los que sufren no tiene glamour pero es estupendo. Para los conciertos en geriátricos que son por la mañana nos vestimos como para el Campoamor y la gente queda asustada de vernos así. Tengo aún una abuela, de 97 años, que me ha dado todo en la vida.Y es que gracias a las anteriores generaciones, a su esfuerzo y trabajo, vivimos en una sociedad magnífica.

Fuente: spypress.com

Con la colaboración de