Señales de alarma: pérdida de neuronas en el hemisferio izquierdo.
Dicho estudio ha descubierto que los enfermos de Alzheimer padecen de una pérdida acelerada de células en ciertas partes del cerebro. Este dato puede ser muy importante para detectar qué pacientes corren mayor riesgo de acabar desarrollando la enfermedad. Un equipo de investigadores de la Universidad de la Ciudad de Birmingham (Reino Unido), en colaboración con científicos de la Universidad de Lanzhou (China), ha analizado durante dos años los cerebros de pacientes que padecen de una afección amnésica que implica una disminución leve de sus capacidades cognitivas. Un 80% de las personas afectadas por esta patología acaba desarrollando Alzheimer.
El análisis de los cerebros por medio de escáneres demostró que la pérdida de materia gris en el hemisferio izquierdo del cerebro era particularmente importante y dañina en aquellos pacientes con riesgo alto de desarrollar Alzheimer, en comparación con aquellos que no padecen desordenes neurológicos activos. El hemisferio izquierdo del cerebro está asociado a las funciones del lenguaje, toma de decisiones, personalidad, movimiento, conducta social y funciones cognitivas complejas. La pérdida constante de células en las regiones del cerebro indicadas por el estudio (el giro parahipocampal), deberían hacer sonar las alarmas de los doctores, pues podrían indicar que su paciente acabará padeciendo Alzheimer. Esta región debería ser analizada cuidadosamente en los escáneres cerebrales para detectar signos precoces de la enfermedad.
Tratamiento precoz del Alzheimer.
Conseguir avanzar en la detección precoz de la enfermedad de Alzheimer supondría una mejora en el tratamiento y prevención de la enfermedad, lo cual mejoraría indudablemente la calidad de vida de los enfermos y de las personas de su entorno familiar, además de facilitar el trabajo de cuidadores y profesionales médicos.
Los primeros síntomas suelen ser pequeñas pérdidas de memoria o “despistes” en un principio atribuidos a la vejez. Con el paso del tiempo, estas pérdidas se van haciendo cada vez más importantes hasta llegar a afectar la vida diaria de la persona afectada, que comienza a tener problemas para realizar tareas cotidianas y funciones cognitivas habituales como hablar, leer o escribir. La enfermedad de Alzheimer puede dividirse en tres estados o fases diferenciadas:
Fase leve. Aunque la enfermedad ya ha comenzado a causar daños en el cerebro, los problemas que comienza a ocasionar pasan desapercibidos para el paciente y sus familiares. El paciente tiene pequeños olvidos o “despistes” pero todavía puede trabajar con normalidad y realizar tareas complejas como conducir vehículos. No obstante, pueden comenzar a aparecer otros síntomas como cambios de humor, apatía o ciertos rasgos depresivos.
Fase moderada. Los síntomas son innegables: el paciente tiene problemas de comprensión o para realizar tareas relativamente sencillas o planificar o prever actividades. No sólo padece pérdida de memoria, sino de capacidad cognitivas, de compresión y razonamiento. Los cambios de humor son aún más evidentes, se muestran apáticos y deprimidos.
Fase grave. El paciente pierde la capacidad de hablar correctamente, no reconoce a familiares y amigos. Olvida hechos recientes y pasados, está constantemente desorientado y olvida caminar o sentarse. El enfermo permanece inactivos durante horas y grita, llora o ríe sin motivo aparente. Se vuelve completamente dependiente: no puede alimentarse o cuidar de sí mismo.
Fuente: medicina21.com