La reducción de los capilares sanguíneos en la parte posterior del ojo puede ser una forma nueva y no invasiva de diagnosticar el deterioro cognitivo temprano, el precursor de la enfermedad de Alzheimer, según han sugerido investigadores estadounidenses en un estudio publicado en la revista 'Plos One’.
Los científicos detectaron estos cambios vasculares en el ojo humano con una cámara de infrarrojos. La parte posterior del ojo es accesible ópticamente a través de un nuevo tipo de tecnología (angiografía OCT) que puede cuantificar los cambios capilares con gran detalle y con una resolución incomparable, haciendo del ojo un espejo ideal para lo que sucede en el cerebro.
Para llevar a cabo el trabajo, los expertos reclutaron a 32 participantes que tenían pruebas cognitivas consistentes con el tipo de deterioro cognitivo, edad, género y raza, y los emparejaron con sujetos que se consideraron cognitivamente normales para su edad.
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