Tal y como explica el doctor Manuel Martín Carrasco, director del Instituto de Investigaciones Psiquiátricas de Hermanas Hospitalarias, la soledad puede afectar al funcionamiento cerebral de una forma similar al estrés crónico, desencadenando una serie de respuestas anómalas a nivel endocrino o inmunológico que favorecen la aparición de diversas patologías. “Las más comunes son la hipertensión arterial, la diabetes, las infecciones repetidas, la ansiedad o la depresión”, afirma este experto.
En el caso de las personas mayores, el Dr. Carrasco hace hincapié en que “son más vulnerables a los efectos de la soledad debido a la disminución de la resiliencia fisiológica, que es la capacidad del organismo de soportar y adaptarse a condiciones adversas, y a la reducción de los mecanismos de reparación, como consecuencias naturales del envejecimiento”.
A lo largo de la vida, una persona experimenta diferentes fases durante las que se va consolidando su socialización. La más importante es la edad temprana, de los 0 a los 3 años de vida, tal y como apunta el doctor Manuel Martín Carrasco, ya que determina el tipo de relaciones sociales que acontecerán en el futuro.
Y es que si en la primera etapa de la vida los vínculos sociales se forman de manera adecuada, esto aporta confianza, seguridad y fortaleza. Por el contrario, si la socialización es temerosa, al no establecerse una relación de confianza con el prójimo, la persona tendrá relaciones sociales basadas en la dependencia o en el control. Asimismo, si la vinculación social es intermitente, el estilo de socialización será desorganizado y caótico.
Cuando la persona es mayor y se encuentra sola, un factor esencial a tener en cuenta para disminuir su sentimiento de soledad es el tipo de socialización que ha experimentado. En este sentido, es mucho más complejo mejorar las relaciones sociales de una persona mayor si su proceso de socialización fue temeroso o desorganizado que, si por circunstancias de la vida (por ejemplo la muerte de un ser querido) se ha quedado sola.
“Cuando se observa una larga trayectoria de soledad o problemas en las relaciones sociales, muchas veces es necesario un abordaje personalizado y una intervención psicológica e, incluso, psiquiátrica, sobre todo si estas situaciones no fueron tratadas con anterioridad de forma adecuada”, señala el doctor Carrasco.
Sin embargo, si la socialización de la persona fue satisfactoria hay muchas intervenciones que pueden resultar eficaces, especialmente las destinadas a mejorar la red social. Por ejemplo, facilitar el acceso a grupos, asociaciones de voluntarios, etc.
Fuente: http://geriatricarea.com