Los especialistas en el tratamiento de personas enfermas de Alzheimer trabajan los sentimientos, siempre presentes, que permiten reencontrarse con la persona que olvidaron ser
Enfermos, cuidadores, terapeutas, psicólogos, neurólogos y familiares componen el mosaico humano que la enfermedad une cada día para conseguir la mejor calidad de vida posible
A Manuel Muñoz, de 76 años, le diagnosticaron Alzheimer en mayo de 2015, después de pasar varios años en tratamiento por depresión por un trance familiar que le traumatizó. Pero Carmen, su mujer, veía que a Manuel le ocurría algo distinto. "Él mantenía las ganas de salir con los amigos, de viajar. Eso, si tienes depresión, no pasa. Yo lo observaba y veía que andaba despistado, abría el armario y se quedaba mirando sin coger la ropa, se abrochaba la camisa con torpezaeX03y empezó a tener despistes en la calle. Un día, empezó a decir cosas sin sentido, a llamarme ‘mamá’, a no conocerme, a balbuceareX03".
Ese rápido tránsito desembocó en el diagnóstico de Alzheimer final pero, por contradictorio que pueda parecer, fue cuando Manuel y Carmen empezaron a volver a sonreír. ‘Siento, sonrío, soy’, es el lema que resume el método de trabajo que desarrolla la Asociación San Rafael de Alzheimer en Córdoba, con 20 años de experiencia en el tratamiento de personas afectadas. "La enfermedad te lo va arrebatando todo, pero el sentimiento no. Siento, sonrío y demuestro que soy, que estoy", señala la presidenta de la asociación, Ascensión Gómez, para explicar lo vital de trabajar con los sentimientos, que nunca desaparecen y permiten reencontrarse con la persona que los enfermos son.
Y ejemplo de ello es Manuel. Y es su mujer, que cuenta con una sonrisa permanente en el rostro cómo el Alzheimer cambió sus vidas pero, sobre todo, cómo el diagnóstico y sus cuidados desde entonces se la devolvieron. "A la semana noté el cambio", dice ella, que llegó a tener que hacerse cargo completamente de él sin que le reconociera y ahora, describe cómo Manuel va durante el día al centro de día de la asociación y sus servicios le han devuelto a la mejor calidad de vida que el grado de avance de la enfermedad permite. "Aquí está encantado, tiene amigos, se relaciona, ha recuperado actividad, llega a casa y se asea él soloeX03", cuenta Carmen.
Y sonríen. En medio de la actividad de baile que llevan a cabo los enfermos de primer grado