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La única forma de mejorar el Alzheimer radica en el diagnóstico precoz

Hasta el momento la única forma de mejorar la vida de los enfermos de Alzheimer y demencia senil radica en conseguir un diagnóstico precoz; más de la mitad de los pacientes son diagnosticados en fase moderada, cuando lo ideal es que fuese antes, en la fase leve, según han explicado especialistas en esta enfermedad en la V Jornada de la demencia en la Atención Primaria, organizada por la Sociedad catalana de medicina familiar y comunitaria, Camfic.

En este sentido, el neurólogo Pablo Martínez-Lange manifestó en su conferencia que el principal avance en investigación es el desarrollo de marcadores fiables de la biología de la enfermedad, que permiten detectar los cambios en el cerebro y, por tanto, aplicando esos biomarcadores en personas que ya tienen síntomas, “podemos afinar el diagnóstico mucho más temprano”.

Mesa sobre el diagnóstico precoz del Alzheimer.

Según manifestó, el sistema sanitario está avanzando en reducir el número de demencias que se diagnostican demasiado tarde, pero aún así “sabemos que la mitad de las demencias se diagnostican en fase moderada, y el objetivo a conseguir es que se diagnostiquen en fase leve porque los tratamientos que tenemos, que tienen un efecto pequeño y parcial, tendrían mejores resultados en las personas en fase leve”. Además, el neurólogo apuntó que cuando se diagnostica la enfermedad en fase leve “el paciente es capaz de tomar todavía decisiones importantes para su vida, como sentarse con su familia y planificar sus cuidados, y es más fácil abordar toda una serie de problemas que entraña esta enfermedad en cuanto a restricción de actividades o a prevención de síntomas conductuales”.

Y es que los médicos especialistas en Alzheimer consideran que esta enfermedad debe encararse antes de los primeros síntomas, porque en caso contrario “difícilmente vamos a poder revertir el daño que ha hecho cuando ya aparecen esos primeros síntomas”.

Derivaciones tardías

Por su parte, el coordinador de Camfic del grupo de personas mayores, el doctor José Miguel Baena, señaló a Acta Sanitaria que el problema de los diagnósticos en esta enfermedad es que existe una gran presión asistencial que no se ve resuelta por falta de tiempo de los neurólogos. “Una derivación tarda meses y eso retrasa el diagnóstico”, señaló. De hecho, según la zona geográfica de España donde viva el paciente, la derivación puede tardar entre tres y seis meses, cuando lo razonable sería entre uno y tres meses, según explicó Baena. ”Ya intentamos que el paciente vaya al especialista con todas las pruebas realizadas, para facilitar la visita, pero no siempre se puede hacer”, matizó.

De otro lado, dijo que los tratamientos farmacológicos actuales cuentan con una eficacia moderada, pues dan resultado positivo en uno de cada cuatro pacientes. “Existen  varias líneas de investigación, pero se tienen que comprobar”, puntualizó.

Por último, el neuórolgo Ramón Reñe, que clausuró la jornada, lamentó que desde hace diez años no existan nuevos fármacos que mejoren la situación de los pacientes de la enfermedad. Pero considera que existe algo positivo respecto a la pasada década, y es que “se han incorporado marcadores de neuroimagen, marcadores de líquido cefalorraquídeo que han purificado las muestras y nos permitirán hacer un seguimiento más objetivo de los ensayos”.

El doctor Reñe añadió que existen distintas investigaciones en proceso, como Souvenaid y el estudio Ambar, y otros procedentes de Estados Unidos, que no estarán antes de 2020, por lo que lo único que se puede hacer ahora mismo es “enfatizar la prevención, el control de los factores de riesgo bascular, hipertensión, diabetes, colesterol, actividad física, mental, dieta más próxima a la mediterránea, etcétera”.

En cualquier caso, considera que hasta ahora la gran mayoría de estudios se han realizando con pacientes con una evidente demencia, “probablemente ya tarde y con una pérdida de neuronas excesiva”. Sin embargo, con la novedad de los nuevos marcadores “podemos diagnosticar antes, o incluso en fases muy al inicio, e incluso en personas sanas con un alto riesgo de estar enfermos”.

Por ello, considera importantísimo que se elaboren rutas asistenciales. “Actualmente, el tiempo transcurrido desde que empiezan los síntomas hasta que un especialista hace el diagnóstico está próximo a los 28 meses, y aunque no son cifras diferentes a los países de nuestro entorno, debería diagnosticarse en fase más leve”, sentenció.

Fuente: actasanitaria.com

Con la colaboración de