La microbiota intestinal, el conjunto formado por más de 100 billones de microorganismos que habitan en nuestro aparato digestivo y que funcionan como un órgano, está detrás de la inflamación asociada al envejecimiento. Así lo demuestra un estudio realizado en ratones por investigadores de la Universidad McMaster (Canadá) y que recoge la revista Cell Host and Microbe.
Se sabe que esta comunidad de microbios tiene un enorme impacto sobre nuestra salud. Numerosos estudios han establecido vínculos entre desequilibrios en su composición y la aparición de enfermedades metabólicas, como la obesidad, la diabetes, y autoinmunes, como el asma o el síndrome de Crohn. Incluso algunas investigaciones han apuntado que la microbiota podría influir en patologías neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.
Ahora, este nuevo trabajo añade una enfermedad más a la lista de las ocasionadas por alteraciones de la microbiota: la inflamación, en este caso asociada al envejecimiento.
La microbiota tiene un enorme impacto sobre nuestra salud. Numerosos estudios vinculan desequilibrios en su composición con enfermedades metabólicas, autoinmunes e incluso alzheimer y parkinson.
Según concluye, cuando se desequilibra la comunidad de microbios intestinales, el intestino pierde su impermeabilidad y deja escapar moléculas producidas por las bacterias, que pasan a la sangre y disparan la inflamación; además, esos desequilibrios afectan al buen funcionamiento del sistema inmunitario y reducen la esperanza de vida.
Un experimento con ratones
En un experimento realizado con ratones, los investigadores compararon dos grupos de roedores: unos modificados genéticamente para no tener ni un germen en sus intestinos, y otros sin modificar, con microbiota intestinal. Observaron que a medida que los animales envejecían, aquellos que no tenían microorganismos no mostraban más inflamación provocada por la edad y es más, la mayoría de los individuos vivieron hasta una edad avanzada.
En cambio, aquellos que tenían microbiota intestinal, cuando ésta se desequilibraba o se veía alterada, provocaba que las paredes del intestino dejaran de ser impermeables y permitía que se escaparan al torrente sanguíneo algunas moléculas de las bacterias, causantes de la inflamación.
A medida que los animales envejecían, los que no tenían microbiota no mostraban más inflamación provocada por la edad y es más, la mayoría de los individuos vivieron hasta una edad avanzada.
En humanos, se ha visto que quienes tienen un nivel más elevado de moléculas inflamatorias en sangre suelen tener peor salud, ser más susceptibles a infecciones o a padecer afecciones crónicas como demencia o cardiopatías; además, suelen ser más dependientes y requerir de hospitalización.
Con la edad, además, suele producirse un incremento en los niveles de citoquinas pro inflamatorias, como por ejemplo el factor de necrosis tumoral. Las citoquinas son unas proteínas encargadas de regular las interacciones de las células del sistema inmunitario. En este trabajo, los investigadores canadienses comprobaron que los roedores libres de gérmenes tampoco tenían esos factores, pese a tener una edad avanzada.
“Hasta la fecha, las únicas cosas que podías hacer para reducir la inflamación asociada a la edad era llevar una dieta sana, practicar deporte y tratar cualquier enfermedad crónica inflamatoria”, explica la investigadora Dawn Bowdish, profesora de patología y medicina molecular de la Universidad McMaster y coautora del trabajo en una nota de prensa, quien apunta que este trabajo abre la puerta a poder usar, en un futuro, “medicamentos o prebióticos o probióticos para aumentar la función del intestino de mantener los microbios en su lugar y reducir la inflamación asociada a la edad y todo lo que ello comporta”.
Fuente: lavanguardia.com