Shinya Yamanaka revolucionó la investigación de las células madres embrionarias en 2006, cuando consiguió crear unas pluripotentes in vitro, las llamadas iPCs, a partir de unas células adultas y solo necesitando un cóctel de cuatro genes. Este descubrimiento abrió las puertas a la medicina regenerativa al poder sustituir células enfermas por unas sanas y le permitió al profesor de la Universidad de Kioto ganar el Nobel de Medicina el año pasado.
El camino abierto por Yamanaka ha servido para que otros grupos de científicos se lancen a pesquisar con su técnica. Como un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), que ha sido el primero en conseguir el mismo resultado que el investigador japonés pero en seres vivos adultos, en ratones. Usando técnicas de manipulación genética, los investigadores crearon roedores a los que se les pudiera activar sin problemas los cuatro genes marcados por Yamanaka.
Cuando se activó estos genes, el equipo liderado por Manuel Serrano, director del programa de Oncología Molecular y jefe de laboratorio de Supresión Tumoral, detectó que las células adultas fueron capaces de retroceder en su desarrollo evolutivo hasta células madre embrionarias en múltiples tejidos y órganos. “Podemos empezar a pensar en métodos para inducir regeneración de manera local y transitoria en un determinado tejido dañado”, ha apuntado Serrano en este trabajo publicado por Nature en su web.
Los autores fueron capaces de inducir la formación de estructuras pseudo-embrionarias en las cavidades torácica y abdominal de los ratones que presentaban tres capas propias de los embriones (ectodermo, mesodermo y endodermo). “Nuestra células son más versátiles que las de Yamanaka, cuya potencialidad genera las distintas capas del embrión, pero nunca tejidos que sustentan el desarrollo de uno nuevo embrión como la placenta”, explica la investigadora maría Abad, primera autora de la investigación.
Las aplicaciones terapéuticas de este descubrimiento para los enfermos de párkinson, alzhéimer o diabetes todavía están lejos, pero el camino está marcado. “El siguiente paso es estudiar si estas nueva células madre (que sobreviven fuera de los ratones, lo cual permite su manipulación en laboratorio) son capaces de generar de una forma más eficiente distintos tejidos, como páncreas, hígado o riñón”, explica Abad. No obstante, este tipo de células tiene una brevísima existencia, limitada a los primeros días del desarrollo embrionario y no existen en ninguna parte del organismo adulto.
Fuente: larioja.com