«Los mayores nos transmiten experiencias de vida, son una enciclopedia humana. Nos dan lecciones cada día», son las palabras de María Antonia Camacho, miembro de Asociación Edad Dorada-Mensajeros de la Paz desde hace 38 años, cuando se le pregunta por el trabajo de Teléfono Dorado con motivo del Día de los Abuelos.
La Asociación Edad Dorada-Mensajeros de la Paz fundó en 1995 una línea telefónica, que aún hoy está en funcionamiento, bajó el nombre de Teléfono Dorado. Esta iniciativa, encuentra su sentido en la soledad y en la necesidad incipiente de compañía que la ONG detectó entre las personas mayores. Una necesidad que es constante y que no entiende de épocas del año.
Teléfono Dorado comenzó con un servicio 24 horas aunque en la actualidad solamente ofrecen atención diurna. A pesar de que han surgido otros proyectos como la ayuda a domicilio o la telellamada, Teléfono Dorado sigue teniendo una gran afluencia de llamadas y éxito entre aquellos que necesitan hablar. Además, cuentan con un gran número de proyectos y programas relacionados con las personas mayores que van desde centros de día a residencias en las que trabajan, sobre todo, con personas con Alzheimer.
Los voluntarios, base del trabajo diario
Esta línea atiende de forma gratuita llamadas de personas mayores y solo en Madrid cuenta con una red de, aproximadamente, 100 voluntarios. Estos voluntarios realizan turnos de dos horas de atención telefónica y es que «algunas llamadas son dulces, pero otras son bastante más duras» aclara Camacho. «Muchos de los que llaman reconocen a los voluntarios por la voz y hablan de todo. Nos cuentan sus vivencias, su vida, su historia de amor o hablan de la situación actual. Todo vale» comenta María Antonia Camacho, al tiempo que señala que estos voluntarios también hacen una labor de animación y motivan a todas las personas a salir, a realizar actividades de ocio debido a que el perfil del mayor ha cambiado y ahora, es mucho más lúdico, no funciona bajo el estereotipo de que la jubilación es el final de la vida.
Curioso es que la edad de los voluntarios, en este caso, no es precisamente joven. Aunque hay mucha gente joven, la edad que predomina es la de la gente adulta o más madura. Esto es un factor que favorece la identificación entre el voluntario y el mayor, aunque «la gente que llama tiene sus propias preferencias. Los hay que prefieren gente más madura, igual que otros prefieren a los jóvenes. Tenemos voluntarios desde los 18 años en adelante, ¡incluso de 90 años!», matiza Camacho.