Investigadores del Instituto Neurológico de Montreal se han inspirado en un modelo de expansión de las epidemias para explicar cómo se extienden en el cerebro unas proteínas mal formadas que se asocian al envejecimiento y a patologías neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer.
En el caso de las proteínas β-amiloides y de las proteínas tau, llegan a alcanzar funciones tóxicas relevantes, entre las que se encuentra la afectación de las sinapsis neuronales y del equilibrio químico interno de las células. Aunque no se conoce por completo cómo y por qué surgen, su presencia está muy vinculada a la progresión de la enfermedad, incluso décadas antes de que ésta se manifieste.
Para los autores, la acumulación de proteínas mal formadas en el cerebro ocurre porque no se limpian de forma eficiente. Este problema podría relacionarse con las características genéticas individuales, aunque no se descarta la influencia de factores como el estilo de vida. Si las proteínas mal plegadas no pueden eliminarse de una región cerebral, comienzan a reproducirse y a propagarse a regiones vecinas o anatómicamente conectadas. En cierto sentido, siguen un patrón muy similar a la propagación de las enfermedades infecciosas en una población de individuos inicialmente sanos. Igual que el foco infeccioso inicial se extiende a través de contactos sociales, estas proteínas lo hacen por contactos nerviosos.
En definitiva, las proteínas mal formadas pueden propagarse de unas regiones cerebrales a otras siguiendo la red de conexiones nerviosas. Este modelo se inspira en la forma en que se han estudiado hasta ahora los procesos epidémicos en la sociedad, para lo cual los autores del estudio han introducido nuevos conceptos en el campo de la conectividad cerebral.
Fuente: neurologia.com