Cesta de la compra

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Las residencias de mayores está completas

A los 77 años, se las apañaba para desenvolverse sin depender de nadie. En la misma casa que compartió con su marido hasta que enviudó. Salía a dar paseos con vecinas del barrio, que aprovechaba para hacer sus recados, incluido el paso por la farmacia, donde recogía la medicación recetada para las distintas dolencias que se le fueron adosando con la edad.

Hasta que todo eso se convirtió en pasado en un abrir y cerrar de ojos. Episodios como este suceden prácticamente a diario. Por una fractura de cadera que desencadena una caída fatal –o viceversa–, por un ictus, por los efectos de enfermedades neurodegenerativas (alzheimer, parkinson...), por el propio deterioro del peso de los años... irrumpe la dependencia y pone patas arriba la red familiar. Aunque no falte voluntad para asumir el cuidado, con frecuencia el nuevo día a día es tan incapacitante que desborda.

Y quienes hoy busquen el ingreso en un geriátrico como la irremediable solución al problema se van a encontrar con que «no hay plazas libres en toda Cantabria».

Para más información: El Diario Montañés

Con la colaboración de