Cada vez son más los casos diagnosticados de alzheimer, la enfermedad que padecía el expresidente del Gobierno, Adolfo Suárez, fallecido la semana pasada. En Canarias, de hecho, desde 2002 se ha duplicado la cifra de fallecimientos asociados a esta patología.
Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), las muertes relacionadas con la enfermedad han pasado de 156 a 314 el pasado 2012, último período del que se tienen datos.
Además, destaca que tanto el número como la evolución de fallecidos es mayor en la provincia de Santa Cruz de Tenerife. Así, las cuatro islas occidentales han experimentado un aumento en una década de más del doble (un 115,2% más) hasta alcanzar el pasado 2012 un total de 185 muertes vinculadas a la patología, frente a las 129 de la provincia de Las Palmas (que también crece pero solo un 59%). Esa disparidad se mantiene desde 2002, ya que a lo largo de los diez años la cifra siempre es mayor en la provincia tinerfeña, salvo en el año 2008 cuando en las islas occidentales los fallecimientos relacionados con el alzheimer fueron 131 frente a los 140 de la provincia de Las Palmas.
Pese al elevado incremento de muertes por esta patología en la última década, la nota positiva de los datos del INE es que en el último año la cifra de fallecidos se ha reducido. En concreto, en todo el Archipiélago la cifra ha disminuido de los 336 casos en 2011 a los 314 en 2012, lo que implica una caída del 6,55%. Por provincias, el descenso mayor se produjo en Las Palmas donde se registró una disminución del 10,42% frente al leve decrecimiento de fallecidos en Santa Cruz de Tenerife con un 3,65% menos en un año.
Pese a los datos, los expertos coinciden en destacar que la enfermedad neurodegenerativa no provoca el fallecimiento, sino aquellas patologías asociadas, que suelen ser infecciones pulmonares (como en el caso del expresidente Suárez) o problemas de nutrición, especialmente en aquellos pacientes con dificultades para ser atendidos por familiares directos. Acerca de la enfermedad hay dos problemas fundamentales: no tiene cura conocida (entre otros aspectos porque se desconoce su origen) y no hay forma de pararla. Suele aparecer en torno a los 65 años aunque actualmente es la demencia senil con más prevalencia en el mundo: la mitad de todos los casos nuevos de demencia cada año son pacientes con alzheimer.
Se trata de una enfermedad neurodegenerativa para la que no se conoce cura. "Su avance es imparable", sentencia la directora técnica de la Asociación de Familiares de enfermos de Alzheimer y otras demencias seniles de Tenerife (Afate), Inmaculada Rodríguez, quien sostiene que precisamente por eso requieren de una atención y unos cuidados especiales, en los que el entorno familiar se convierten en fundamental.
Por eso, Afate trabaja con los enfermos pero también con sus familias a los que presta asesoramiento y este año esperan iniciar un programa de voluntariado para apoyar al cuidador. Inmaculada Rodríguez explica que los familiares "lo que más necesitan son apoyos para compartir cuidados, sobre todo porque en la mayoría de los casos son los esposos o esposas que tienen dificultad para atender al enfermo".
"El paciente necesita supervisión, que debe ser más constante a medida que avanza la enfermedad", indica la directora técnica de Afate.
Subraya que "el objetivo es ralentizar el avance de la enfermedad y dar autonomía el mayor tiempo posible". El avance de la enfermedad puede ser más rápido o más lento en función del entorno de la persona con alzheimer. No es una situación fácil y la familia tendrá que hacer grandes esfuerzos para ofrecerle a la persona con alzheimer un entorno lo más favorable posible. En ese sentido, se consideran aceleradores de la patología aspectos como el estrés familiar, los cambios bruscos en las rutinas diarias o un cambio de domicilio, incluso a una residencia de mayores. Mientras, los neurólogos coinciden en destacar que hay otra serie de acciones que pueden ralentizar las peores consecuencias del alzheimer, entre las que se encuentran un buen ambiente familiar, hacer ejercicio o socializar al paciente, bien con su propio entorno o con otras personas. Es en estos aspectos en los que incide Afate, que desarrolla un programa integral de acción, que incluye áreas como logopedia o fisioterapia.
"No ofrecemos simples talleres de estimulación cognitiva sino que vamos más allá", resume la responsable de la Asociación, que atiende una media de 800 personas al año. Para llevar a cabo su función, Afate cuenta con financiación tanto privada como pública, y que va desde las cuotas de socios a las ayudas y subvenciones que reciben por parte de la Administración pública, tanto Gobierno de Canarias y Cabildo de Tenerife (a través del Instituto de Atención Social y Sociosanitaria) como varios ayuntamientos de la Isla.
En cualquier caso, Rodríguez aclara que los programas y talleres de Afate no se desarrollan solo para los asociados, ya que se prestan a las personas que necesiten alguna de estas actuaciones, aunque admite que se cobran "algunas servicios concretos que el usuario recibe". Además, la directora técnica de la Asociación explica que hay recursos y servicios aparejados a la Ley de Dependencia, una norma en la que se incluyen este tipo de patologías.
Burocracia
Rodríguez explica que "hay personas usuarias en los centros de Afate a los que se les asigna la plaza en función de la Ley de Dependencia y del grado que se le asigne" aunque lamenta el exceso de trámites burocráticos necesarios que tienen que pasar los familiares para obtenerlas. "Tienen que solicitar informes al médico, a la trabajadora social, al ayuntamiento, rellenar cuestionarios y formularios... Son tantas cosas que es necesario que se simplifique", asevera la directora técnica.
La responsable de Afate argumenta que en el caso concreto del alzheimer "el problema radica en que se tarda en reconocer los grados y si la enfermedad avanza, cuando llega habría que modificar el grado, lo que supone aún más dificultad".
Fuente: laopinion.es