Una de las principales características de las fuerzas progresistas es que sabemos honrar y reconocer el trabajo de nuestros mayores. Nos preocupamos para que tengan una vejez en las mejores condiciones posibles. Por ello, desde el Cabildo siempre hemos impulsado políticas activas a favor de la tercera edad. Creo que a lo largo de los años hemos dado respuesta a esta inquietud y demostrado sobradamente que nuestros mayores son un tesoro que debemos cuidar. Que estamos obligados a hacer todo lo que esté en nuestras manos para que su vida transcurra lo mejor posible. No debemos regatear ningún esfuerzo para que sean felices. Ellos dieron lo mejor de sí mismos por nosotros y ahora, aunque sólo sea por simple obligación moral, debemos devolverles parte de todo aquel esfuerzo que nos entregaron. Con el doble mérito añadido de que les tocó vivir en unos tiempos especialmente difíciles.
Prueba de la implicación en las políticas sociales dirigidas a los mayores es que en estos momentos en La Gomera contamos con cinco centros de titularidad insular y municipal en los que son atendidos 135 mayores de los que 114 son internos y 21 utilizan la residencia como centro de Día. Aquí han encontrado el lugar perfecto para pasar su vida en unas condiciones más que dignas o simplemente distraerse y a la vez mejorar su salud. Lo hemos llamado envejecimiento activo.
Y dentro de esta misma línea existe un proyecto que para nosotros se ha convertido en el principal y en la estrella de esta legislatura. Se trata de la conversión del antiguo hospital en centro sociosanitario de la tercera edad. Su puesta en marcha ha sido ya alabada por todos los integrantes del Consejo Insular de Mayores. Una vez que sea una realidad veremos como la capacidad para acoger a nuestros ancianos se duplica. Contaremos con unas instalaciones modélicas y únicas en la Isla e incluso en el ámbito del Archipiélago. Nada menos que 4.000 metros cuadrados dedicados al cuidado de nuestros abuelos. El edificio ya está construido y ahora tan sólo sería necesario acondicionarlo al nuevo uso.
Los datos resultan elocuentes. En estos momentos de los 23.076 habitantes con los que cuenta La Gomera, 4.450 son mayores de 65 años, lo que implica un 20% del total, frente a una media del 16% en el ámbito nacional.
Por lo tanto, está claro que hablamos de un segmento muy importante de la población. De esta cifra, casi la mitad sufre algún tipo de dependencia. Más datos que avalan nuestra apuesta por este centro es la previsión de que en el año 2019 el número de mayores de 65 años llegaría a las 6.000 personas.
El estudio de viabilidad que recientemente presentamos al Consejo de Mayores recoge que la Residencia podría prestar una amplia cartera de servicios con un precio estimado de 1.470 euros al día por residente y 713 al mes por plaza de Día. Pero en cualquier caso nuestros mayores tan sólo tendrían que aportar el 75% de sus pensiones, sean cuales sean. El resto lo abonaremos el Cabildo y Gobierno canario. A cambio, el alojamiento residencial contempla el transporte, servicios continuados de alojamiento, manutención, asistencia en actividades básicas de la vida diaria y atención social y sanitaria. El servicio de Día incluye apoyo a la familia promoviendo la autonomía del mayor según la naturaleza de su padecimiento, ya que lógicamente no es lo mismo tratar a una persona con alzheimer que otra con una patología diferente.
Habrá una unidad de atención a personas con demencia, con trastornos de conducta, de atención especializada, específicos a la comunidad y de estimulación cognitiva. Aparte, se contará con servicio médico, de lavandería, enfermería, terapia ocupacional, fisioterapia y rehabilitación, atención psicológica, asesoramiento familiar, animación sociocultural y envejecimiento activo, de trabajo social, podología, peluquería y estética y asistencia religiosa. En fin, todo lo que se merecen nuestros mayores. Por ello, el esfuerzo que hagamos nos parecerá siempre insuficiente sobre todo cuando hablamos de unas personas que dieron lo mejor de su vida para sacar adelante a su familia y a la sociedad en la que vivieron. De personas que ahora tienen todo el derecho a recibir el máximo de la compensación y reconocimiento que esté en nuestras manos ofrecerles.
Fuente: laopinion.es