Hablan de la “epidemia del siglo XXI”, de los millones de personas que la padecen, de los muchos más que la sufrirán en un futuro inmediato y de una realidad que asusta: no existe tratamiento. Para cuando se diagnostica, el daño que ha provocado el Alzheimer ya es irreversible. Por eso, muchas de las investigaciones ponen el foco en otra cuestión: ¿qué pasaría si logramos detectarla antes? ¿Podríamos hacer algo más?
El diagnóstico del Alzheimer se ha realizado tradicionalmente a partir de la exploración neurológica del paciente, es decir, en función de síntomas que aparecen demasiado tarde, porque “hasta ahora ninguna terapia ha funcionado en fases avanzadas, los ensayos clínicos han sido un fracaso”, reconoce a Teknautas Pablo Aguiar, investigador del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS). “El diagnóstico precoz presintomático es la única esperanza para probar tratamientos que no funcionan cuando la enfermedad está muy desarrollada. Cuando ya hay un deterioro cognitivo no tenemos nada que hacer, hay que ir a periodos anteriores”, añade.
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