El confinamiento pasa factura a quienes padecen deterioro cognitivo. Aunque a las personas en situación de discapacidad y dependencia, entre ellas personas con la enfermedad de Alzheimer, se les ha permitido durante todo el estado de alarma pequeños paseos llevando un certificado (sobre todo en situaciones extremas de alteraciones de conducta agresiva), la ruptura radical de los hábitos de rutina y socialización de esos pacientes en sus salidas habituales a los centros de día agrava sus patologías.
Los psicólogos dan pautas a los cuidadores y les envían videos con ejercicios físicos para que los enfermos se mantengan activos, pero en este seguimiento telefónico han encontrado a los pacientes más desorientados, y han detectado un aumento de los casos de ansiedad conforme avanzan los días, más episodios de alteraciones de conducta para preocupación de sus familiares, y picos de delirios y alucionaciones. En ello coinciden las psicólogas de las asociaciones de Alzheimer de Alicante y Elche, entidades con centros de día, residencia, talleres, programas de ayuda a domicilio y a familiares.
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