DOMINGO, 24 de julio de 2016 (HealthDay News) -- Los trabajos que desafían al cerebro, en particular los que se enfocan en las personas, podrían ayudar a proteger a la mente de los estragos de la demencia relacionada con la edad, encuentra un estudio reciente.
Las personas que realizan trabajos que involucran al intelecto son más capaces de soportar los efectos de las lesiones cerebrales que se asocian comúnmente con la enfermedad de Alzheimer, reportan investigadores del Centro de Investigación sobre la Enfermedad de Alzheimer de la Universidad de Wisconsin.
Eso es particularmente verdad si se tiene un trabajo que requiere de interacciones sociales complejas, en contraposición con trabajar solo analizando datos u operando aparatos complicados, apuntó la investigadora líder, Elizabeth Boots, especialista en investigación y candidata doctoral del centro.
"Las personas simplemente son más complejas que los datos o las cosas", señaló Boots. Entonces, razonó, "las interacciones humanas requieren mucha más potencia cerebral que trabajar con datos en una computadora o trabajar con maquinaria".
El estudio, y otros dos enfocados en temas similares, se presentaron el domingo en la Conferencia Internacional de la Asociación del Alzheimer (Alzheimer's Association), en Toronto.
Los otros dos estudios también sugieren que trabajar con el cerebro, ya sea en el empleo o mediante juegos, puede de alguna forma "endurecerlo" contra la demencia.
- Investigadores de Toronto hallaron que las personas socialmente activas con un nivel educativo más alto y un trabajo que estimulara la mente estaban protegidas del declive cerebral relacionado con la edad, aunque comieran una dieta mala que aumentara su riesgo de demencia.
- Un estudio de una década de duración sobre el "ejercicio cerebral" también mostró cierto éxito en la reducción de la demencia, pero solo con el entrenamiento mental que enfatizaba un pensamiento rápido bajo presión.
Todos esos hallazgos se relacionan con un concepto llamado "reserva cognitiva", apuntó Boots.
"Es la idea de que unas experiencias vitales ricas, por ejemplo un nivel educativo más alto o la complejidad laboral, pueden proveer protección contra la patología del Alzheimer en el cerebro", explicó.
Esos estudios están ayudando a precisar los tipos particulares de actividad cerebral que pueden ayudar a proteger al cerebro a medida que envejece, añadió Dean Hartley, director de iniciativas científicas de la Asociación del Alzheimer.
"No sabemos exactamente qué significa respecto a la vida diaria", dijo Hartley. "El aprendizaje no siempre tiene que ser en una situación formal. Se puede aprender en el trabajo. Se puede aprender en casa, leyendo. Se podría estar aprendiendo de varias formas, lo que para mí es esencial para construir esa resiliencia en el cerebro".
En su estudio, Boots y sus colaboradores realizaron IRM cerebrales a 284 personas sanas con una edad promedio de 60 años. Los investigadores estaban buscando los "puntos brillantes" en el cerebro que indican las minúsculas lesiones provocadas por micro accidentes cerebrovasculares.
Esas lesiones son el tercer síntoma físico más común asociado con el Alzheimer, tras las placas y los nudos de proteína, explicó Boots.
Los investigadores también evaluaron la capacidad de los participantes para recordar y solucionar problemas, y también observaron los antecedentes laborales de cada uno.
Encontraron que las personas que tenían muchas de esas lesiones cerebrales eran más capaces de mantener su capacidad de pensar y razonar si trabajaban en empleos que también requerían de mucha interacción con la gente.
"Las interacciones con la gente y trabajar con gente es algo que sucede en tiempo real y requiere de mucha potencia cerebral", apuntó el autor principal del estudio, Ozioma Okonkwo, profesor asistente e investigador principal del Centro de Investigación sobre la Enfermedad de Alzheimer de la UW.
"Con el cerebro, lo que no se usa se pierde", continuó Okonkwo. "El cerebro es como un músculo. Mientras más se usa, más se desarrolla, y mientras más se desarrolla, más capaz es de soportar agravios y lesiones".
Nada de esto significa que las personas con trabajos que no son mentalmente estimulantes estén de alguna forma condenadas a la demencia, enfatizó.
Hacer voluntariado en la comunidad puede tener el mismo efecto, añadió, sobre todo si uno funge como mentor de un grupo como los Boy Scouts o la Pequeña Liga.
"Lo importante de esto no es el tipo exacto de trabajo que se tenga, sino las habilidades que se implementan en el trabajo", dio Okonkwo. "Sin duda hay muchas avenidas para que alguien ofrezca mentoría fuera del ámbito laboral".
Anotó que el estudio no pudo mostrar una relación causal directa entre el trabajo de una persona y su capacidad de resistir la demencia. Por ejemplo, quizá las personas que son menos propensas a experimentar el declive cerebral relacionado con la edad simplemente tiendan a decantarse por trabajos con rigurosidad intelectual, dijo Okonkwo.
En otro estudio, los investigadores estudiaron la interacción entre la dieta, la estimulación intelectual y la salud del cerebro.
Encontraron que una dieta "occidental" (carnes rojas y procesadas, pan planco, papas, alimentos empacados y dulces) se asocia con un declive mental más marcado en los adultos mayores.
Pero las personas con un estilo de vida mentalmente estimulante se veían protegidas de ese declive, aunque comieran una dieta malsana.
De nuevo, el estudio no pudo probar causalidad. Pero "nuestros resultados muestran el rol que un logro educativo más alto, el trabajo mentalmente estimulador y la participación social puede tener al proteger al cerebro del declive cognitivo, contrarrestando algunos de los efectos negativos de una dieta malsana", señaló el investigador líder, Matthew Parrott, en un comunicado de prensa de la reunión. Parrott trabaja en Baycrest Health Sciences, en Toronto.
El tercer estudio proveyó resultados de un ensayo clínico de 10 años de duración con casi 2,800 personas divididas en tres grupos distintos de entrenamiento cerebral. Un grupo recibió un entrenamiento de la memoria, otro recibió un entrenamiento de las habilidades de razonamiento, y el tercer grupo recibió un entrenamiento que enfatizaba la velocidad del procesamiento cerebral.
Una década más tarde, los investigadores encontraron que el grupo de velocidad del procesamiento había experimentado una reducción del 33 por ciento en los casos nuevos de declive cerebral o demencia. A las personas que participaron en sesiones de "refuerzo" les fue incluso mejor, con una reducción del 48 por ciento.
Pero las personas que tomaron el entrenamiento de memoria o razonamiento no mostraron ninguna diferencia significativa tras diez años.
"Creemos que esta es la primera vez en que se ha mostrado que una intervención de entrenamiento cognitivo protege del declive cognitivo o la demencia en un ensayo aleatorio y controlado de gran tamaño", dijo en el comunicado de prensa el autor líder Jerri Edwards, profesor asociado de la Universidad del Sur de Florida. "Ahora, nos proponemos comprender mejor cuál es exactamente la cantidad adecuada de entrenamiento cognitivo para obtener los beneficios óptimos".
Los expertos indican que los hallazgos presentados en reuniones médicas por lo general se consideran preliminares hasta que se publican en una revista revisada por profesionales.
Fuente: medlineplus.gov