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Lucha diaria contra el olvido

  • En Miranda puede haber alrededor de 700 personas con algún tipo de demencia, de las que casi un centenar son atendidas por Afami
  • Creada en 1997, Afami ha crecido hasta llegar a ser una 'empresa' con 700.000 euros de presupuesto

 

De quince a cien usuarios en poco más de tres lustros. Un crecimiento sorprendente para un colectivo sin ánimo de lucro como la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer (Afami) que, en lo económico, funciona ya como cualquier organización empresarial. Cuadrando números, coordinando turnos y optimizando recursos. La demanda asistencial y lo ajustado del presupuesto no dejan otra alternativa.

Cada día son más los que llaman a sus puertas en busca de servicios y atención especializada con la que minimizar el impacto de la enfermedad. La inauguración de la ampliación del centro de estancias diurnas -a expensas sólo del visto bueno de la Gerencia de Servicios Sociales- paliará en buena medida la lista de espera que venían manteniendo hasta ahora, pero sin dejarla a cero, ya que además, quizá porque «saben que estamos generando nuevas plazas, son muchos los usuarios que se están apuntando últimamente», reconoció María Rosa García, psicóloga del colectivo.

Algo lógico, ya que según sus cálculos en Miranda podría haber alrededor de 700 personas con un deterioro cognitivo o una demencia, aunque muchos casos estén sin diagnosticar por un neurólogo. «Ahora tenemos una esperanza de vida muy amplia, estamos muy bien cuidados hasta el final y aparecen más enfermos», valoró.

Todo ello hace que cada vez, sea mayor el número de servicios que se prestan y también los que se demandan. De los disponibles, es la unidad de estancias diurnas la más solicitada. Allí se atiende y se trabaja con los usuarios de lunes a viernes durante diez horas diarias. También son muchos los que acuden al servicio de atención para enfermos en un estadio incipiente, con los que trabajan 3 horas al día para hacer estimulación. Ambos programas son «prioritarios» y los que tienen más lista de espera.

También son muchos los que solicitan una de las tres plazas en la unidad de noche, fundamentalmente, los fines de semana y los meses de verano. Esas fechas siempre se cubren. En invierno, entre semana, siempre hay alguien, pero no tres. «La verdad es que habría opción para que todo el mundo se beneficiase unos días», valoró.

Resulta muy útil como desahogo familiar o para poder hacer frente a situaciones imprevistas. Pero no en todos los sitios ofrecen esa posibilidad. De hecho, hoy por hoy, Afami es la única asociación sin residencia que en España dispone de una unidad de noche.

Con más mujeres

En prácticamente todos los estadios de la enfermedad, el número de mujeres supera al de hombres. Ellas suponen alrededor del 70% de los usuarios de los servicios. Ellos sólo son mayoría, y por poco, en el programa matinal de psicoestimulación de iniciales.

Si nos centramos en la edad es más difícil acotar, el grueso tienen entre 70 y 90 años, una horquilla bastante amplia. Aunque no se puede obviar el número de nonagenarios, es considerable y «están presentes en todos los servicios que se ofrecen». En estos momentos, el usuario más veterano tiene 94 y el más joven 59. Alrededor del 20% no supera los 69.

Cuando llegan al centro, estiman que, al menos, hace un año o dos que surgieron los primeros síntomas en el paciente. Pero durante ese periodo «ha sido capaz de encubrirlos o disimularlos para que la familia no se diera cuenta. Llegan a desarrollar muchas estrategias para disimular», reconoció Maider Rueda, otra de las psicólogas de Afami.

Pero, al final, no son ellos los únicos afectados, su entorno también y en grado alto. Por eso, no se descuida la atención a esas personas. «La familia necesita mucho apoyo» y para ellas hacen terapias grupales e individuales. «No hay ningún límite, se queda con ellos siempre que sea necesario». Dos veces al año, como mínimo, tienen que acudir a terapia.

Para que todo lo anterior funcione, estiman que será necesario contar con un presupuesto que rondará los 700.000 euros -el año pasado ya superó los 500.000-. «Aunque luego siempre es más de lo que pensamos», reconoció García. Y eso puede ser un problema en un momento en el que, sin duda, «las subvenciones están bajando. Se nota muchísimo la crisis».

El mayor contrapunto para hacer frente a este problema lo están encontrando en la ley de dependencia. «Los usuarios ya empiezan a cobrar la prestación económica y, por acudir a un servicio especializado, la cuantía es mayor que si sólo recibe cuidados en el entorno familiar». Aun así, la asignación no cubre el cien por cien de los alrededor de 400 euros que cuesta al mes asistir de lunes a viernes al servicio de estancias diurnas; pero también es cierto que «les cubre una parte muy importante. A la gran mayoría les está saliendo muchísimo más económico que hace 3 ó 4 años».

Además, pese a la crisis, el colectivo no se plantea subir las cuotas. Intentarán aguantar, aunque evidentemente, si luego ven que las subvenciones no llegan, no les quedará otro remedio. Antes tratarán de buscar otras alternativas, pese a que es complicado. «Somos muchas asociaciones y no sólo de Alzheimer», reconoció.

Fuente: elcorreo.com

Con la colaboración de