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Mal de Alzheimer y exposición al DDT, una relación sombría

Una investigación reciente revela que en la sangre de pacientes con la enfermedad de Alzheimer, hay niveles significativamente más altos de DDE, un metabolito muy duradero del pesticida DDT, que en la sangre de la población sana.

En el estudio, sobre 86 pacientes con Mal de Alzheimer y 79 personas mayores sanas como grupo de control (para compararlo con el primer grupo), el equipo del Dr. Allan Levey, director del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer, dependiente de la Universidad Emory en Atlanta, Georgia, Estados Unidos, y catedrático de neurología en la Escuela de Medicina de dicha universidad, encontró que los niveles de DDE eran 3,8 veces más altos en pacientes diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer que en los sujetos del grupo de control. Tener niveles de DDE situados en el tercio superior de la escala de niveles usada implicaba para la persona un riesgo de sufrir la enfermedad de Alzheimer cuatro veces mayor que el grado de riesgo afrontado por las personas sin DDE.

En palabras de Levey, la magnitud de este efecto es sorprendentemente grande, comparable en tamaño al factor de riesgo genético más común vinculado a la Enfermedad de Alzheimer de Inicio Tardío, la forma más común de esta dolencia.

El equipo de Levey, Jason Richardson, profesor de medicina medioambiental y ocupacional en la Escuela Médica Robert Wood Johnson, adscrita a la Universidad Rutgers (Universidad Estatal de Nueva Jersey) en Estados Unidos, y Dwight German, del Centro de la Enfermedad de Alzheimer, adscrito a la Escuela Médica del Sudoeste, dependiente de la Universidad de Texas, también identificó un posible mecanismo a través del cual el DDT y el DDE tienen efectos en el cerebro relacionados con el Mal de Alzheimer. La exposición de cultivos de células neurales a altas concentraciones de DDT o DDE, similares a las concentraciones más altas detectadas en sujetos de estudio, incrementó los niveles de una proteína precursora de la Beta-amiloide, el principal componente de las placas nocivas que se forman en el cerebro de los pacientes con Alzheimer.

En Estados Unidos, el DDT fue usado extensamente en la agricultura y para matar mosquitos desde la década de 1940 hasta 1972, cuando fue prohibido. Los peligros del DDT para la vida silvestre, especialmente en las aves, tuvo un papel importante en la historia de los movimientos ecologistas. El libro "Silent Spring" ("Primavera Silenciosa") de la bióloga estadounidense Rachel Carson, documentó públicamente muchos de los efectos nocivos que sobre el medio ambiente tiene el DDT, y fue un revulsivo para la sociedad, hasta entonces poco concienciada sobre el alcance de los daños ecológicos y el valor del medio ambiente.

El DDT está prohibido en muchos países por sus riesgos para la salud humana y el medio ambiente, pero todavía se le emplea en zonas muy específicas de algunas naciones para combatir a los peligrosos mosquitos que transmiten la malaria.

La larga persistencia del DDE puede explicar que el DDT siga dando problemas en países donde lleva décadas prohibido.

Fuente: noticiasdelaciencia.com

Con la colaboración de