El investigador altoaragonés Manuel Sarasa Barrio está causando una gran expectación en el escenario científico internacional. Sus descubrimientos sobre la enfermedad de Alzheimer asombran al mundo. Recientemente participó en sendos congresos en China, Estados Unidos y Austria, y algunos de los "popes" de esta dolencia ya han aceptado trabajar con él y han formalizado, incluso, esta colaboración.
Parte de la exposición de Manuel Sarasa se centró en su descubrimiento del "Pool" B-amiloide, es decir, de la descripción de la presencia de esta proteína en la sangre, lo que supone una "clave" para avanzar en las investigaciones sobre el alzhéimer. "Al centrifugar una muestra de sangre, las células se quedan en la parte de abajo y arriba se queda el plasma, que es donde se identifica la glucosa, el colesterol y también el amiloide. Hasta este momento, se pensaba que todo el amiloide estaba nadando sin más, pero hemos comprobado que lo que está nadando, es decir, lo que está libre en plasma, es una mínima parte (un 15 por ciento). Hay dos partes más, una unida a los otros componentes del plasma (un 45 por ciento) y otra, a las células (un 40 por ciento)". Esto, que para los investigadores podría parecer muy obvio, además de muy determinante, no se había descrito hasta este momento. "Hasta ahora se estaba valorando sólo lo que representa el 15 por ciento del amiloide, que es una proteína decisiva en la enfermedad y por este camino debe ir el tratamiento", señala Sarasa.Y sus estudios en este aspecto le han llevado a afirmar que "el B-amiloide en sangre (hasta ahora se analizaba sólo en líquido cefalorraquídeo) es un marcador biológico de las etapas iniciales de la enfermedad". Esta tesis es muy importante a la hora de desarrollar un kit de diagnóstico en el que trabaja Sarasa, quien siempre ha defendido que una de las claves en la lucha contra esta enfermedad es poder procurar las terapias antes de lo que se está haciendo ahora. Y así lo expuso al mundo, en los congresos de China, Las Vegas y Austria.
INVESTIGACIÓN MULTICÉNTRICA DEL KIT DE DIAGNÓSTICO
Manuel Sarasa y Araclon Biotech han realizado un estudio con 40 personas para obtener datos preliminares de la capacidad de diagnóstico de los tets diseñados. El interés suscitado por la investigación de Sarasa ha propiciado que el estudio se vaya a realizar ahora con cerca de 400 personas, y en él van a participar, como investigadores colaboradores, centros de Suecia, Francia, Holanda, Italia y España. El coste del proyecto está estimado en más de un millón de euros, que financiará Araclon Biotech, el laboratorio en el que trabaja Manuel Sarasa, que el científico define como "un pequeño centro de biología molecular, con un instrumental como no hay en otro lugar de España". El estudio se realizará con personas sanas, con deterioro cognitivo leve y enfermas de alzhéimer, y se recurrirá en porcentajes idénticos a hombres y mujeres. En el reclutamiento intervienen neurólogos españoles de reconocido prestigio.
Manuel Sarasa explicó en ambos congresos cómo ha realizado sus investigaciones, que se sitúan en el máximo nivel, gracias a su rigurosidad y grado de exigencia. "Se han hecho las cosas como se deben hacer, lo mejor posible", subraya.
La investigación de los kits de diagnóstico precisan de unas condiciones muy concretas. "El laboratorio debe tener una temperatura constante, por ejemplo. No puede hacerse un experimento de algo tan ultrasensible unas veces a 20 grados y otras a 25, porque los resultados serán diferentes". También aclara que no es lo mismo tomar muestras de una parte del cerebro que de otra, que tienen funciones diferentes, y agrega que para poder comprender todo el proceso complejo que interviene en esta enfermedad hay que dominar diversas ciencias, como la histología, la anatomía o la neurología. "Creo que hemos logrado sorprender al mundo –afirma con sinceridad-, porque a veces en la ciencia se crean dogmas y todo el mundo las sigue. A veces no hay capacidad para reflexionar, pero si llega el momento hay que decir que están equivocados. Muchos creen que el ovillo neurofibrilar se produce solamente por la proteína TAU, porque se ha publicado en numerosas revistas, pero hemos visto que también hay ovillos que contienen específicamente la proteína AB-40. Nos hemos dado cuenta de que las células que tienen los ovillos neurofibrilares de TAU y las que tenemos en los ovillos neurofibrilares de AB-40 son células diferentes. En la primera fase de la enfermedad hay más TAU que amiloides, pero en la fase que le llega al neurólogo, que es en las más avanzadas, hay más proteína amiloide".
"Hay una necesidad urgente de disponer de un biomarcador, que es una molécula que permita decir: esa persona va a tener alzhéimer –afirma Manuel Sarasa-. Nos estamos acercando, es lo que nosotros hemos desarrollado, porque la distribución de los péptidos amiloides puede estar en el sistema nervioso central, en el líquido cefalorraquídeo, en la sangre y en los tejidos periféricos. Nosotros lo valoramos en la sangre, porque basta con extraerle un poco al paciente, como si se le fuera a realizar un análisis para cualquier otra cosa. Después, pones la muestra en el aparato y valoras todo el "pool" amiloide".
En este proceso, el investigador oscense señala que es básico estandarizar la metodología para efectuar los tets de amiloide. "Si no se hacen en las mismas condiciones, no son comparables los tets entre laboratorios". Y vuelve a insistir en la precisión de sus trabajos. "Nuestros kits son sensibles, porque son capaces de detectar picogramos (la billonésima parte de un gramo), nuestros tets de diagnóstico tienen una buena especificidad y sensibilidad".
LA VACUNA
Hace unos años, se realizaron ensayos clínicos de una vacuna, cuyos resultados se presentaron en Las Vegas, pero tuvieron que detenerse porque causaron algunos casos de encefalitis. Las pruebas se aplicaron a trescientos pacientes y doce de ellos fallecieron. "Aunque los ensayos se suspendieron, se hizo un seguimiento de las personas vacunadas y los resultados son esperanzadores, porque se ha comprobado que, en esos casos, el declive de la enfermedad va mucho más despacio". De todas formas, la terapia que investiga Manuel Sarasa no tiene nada que ver con ésta. "La nuestra es una vacuna especial, está diseñada para que no pueda ser tóxica y se trabaja, dentro de la molécula, con una parte más complicada, porque a veces en lo fácil no está la solución. Hay que saber cómo abordar esta enfermedad y para eso hay que tener ideas originales en la investigación". Parte de la clave, además, está en tener bastante dominio de todas las ciencias que confluyen en esta investigación como la medicina, la química, la estuctura molecular y la genética.
Su camino, en este caso, ha sido el de estudiar qué ocurre con la proteína amiloide en los embriones. Por eso, el diseño molecular bioquímico de la vacuna es completamente diferente a lo que se ha hecho hasta ahora. "Y veo que ellos (otros investigadores) se dan cuenta de que vamos bien –afirma-. Se cree que el fallo de aquella vacuna se debió a uno de sus componentes, pero nosotros pensamos que no fue por eso, creemos que fue por su diseño".
El amiloide es una proteína que el cuerpo humano produce continuamente. El problema se produce, cuando el cerebro almacena más amiloide de la cuenta. Existen dos hipótesis para explicar esta situación: o bien que el organismo está fabricando demasiado o bien que genera lo normal, pero existe un defecto en su degradación. "En Viena hemos enseñado cómo funciona la vacuna, que ayuda a que no se deposite el amiloide, es decir, estimula su eliminación. No destruye todo, porque también puede tener su papel fisiológico, pero ayuda a mantener bajos los niveles".
El científico ayerbense defiende que para erradicar la enfermedad hay que evitar que empiecen los síntomas, lo que implica que el tratamiento debe iniciarse antes de que aparezcan. Y este es el gran problema con el que se están encontrando Sarasa y su laboratorio, que algunas personas con poder de decisión sobre los permisos que se otorgan para ensayos clínicos consideran que el alzhéimer es una enfermedad curable cuando está implantada. "En América actúan con más libertad que en España y los tratamientos se implantan cuando la persona está en fase de deterioro cognitivo, que para mí, como para otros muchos, es la primera fase del alzhéimer." Manuel Sarasa y Araclon Biotech ya han ensayado la terapia que investigan en animales y albergan grandes esperanzas. "Lo bueno de nuestra terapia es que va por un camino que parece maravilloso", enfatiza.
ENSAYOS CLÍNICOS EN 2010
El año que viene, Manuel Sarasa y su laboratorio empezarán los primeros ensayos clínicos de la vacuna, con los que tendrán que demostrar que no es tóxica. El siguiente paso, será probar su eficacia. Como ya se ha referido, el problema al que se enfrenta el investigador ayerbense y su laboratorio es que hasta ahora únicamente se ha permitido ensayar terapias en personas enfermas, pero Sarasa está convencido de que la enfermedad hay que prevenirla, porque una vez instalada ya no puede curarse, como mucho, ralentizar su proceso o cronificarla. "Es una enfermedad degenerativa –subraya- y lo ideal es que no vaya progresando".
Manuel Sarasa no teme que alguien se le adelante en su camino hacia la solución a esta enfermedad. "Lo importante es que curemos el alzhéimer, que la gente deje de sufrir –enfatiza-. Nosotros vamos por una buena línea, todos los indicios así lo apuntan. Si llegan otros por otro camino que no es el del amiloide, no pasa nada. Nosotros también llegaremos y si no lo pensara así, me dedicaría a otra cosa. Lo importante es acabar con esta enfermedad y lo que tenemos pinta maravillosamente".
Fuente: diariodelaltoaragon.es