Es posible ser una persona mayor y que la dependencia no se convierta en una condena. El ictus se ha convertido en la tercera causa de muerte en Europa y asciende hasta el primer puesto en el caso de las mujeres, pero sobrevivir a él deja, en la gran mayoría de los casos, secuelas de por vida. Recuperar la movilidad, el habla y volver a ser independiente supone una ardua tarea de rehabilitación que implica constancia y, sobre todo, una actitud positiva y entusiasta. Es el caso de Juana Cibiriain, que hace cinco meses comenzó una terapia funcional dirigida por el proyecto Teseo, una iniciativa impulsada por Lorea Urabayen, trabajadora social, y Elena Galar, terapeuta ocupacional.
Junto a la rehabilitación tras un ictus, una caída o una operación, Teseo se postula como un proyecto que permite a las personas de edad avanzada continuar con su vida en su propio domicilio sin tener que acudir a una residencia de ancianos o convertirse en dependientes. Las terapias a nivel cognitivo y funcional vertebran la razón de ser del proyecto puesto en marcha hace dos años.
Parkinson, alzheimer y una gran cantidad de variantes que van desde la pérdida de memoria hasta la limitación de funciones básicas como el habla o la movilidad proliferan entre los mayores y, en muchos casos, la clave es la estimulación sensorial para frenar o limitar el avance de esas enfermedades de las que todavía no se conocen todos los entresijos. “Nos dedicamos a atender a personas mayores que desean seguir en su casa pero que precisan de un apoyo profesional en cuanto a estimulación para mantener su capacidad en las actividades diarias”, explica Lorea Urabayen.
Socializar, la clave A través de la estimulación cognitiva, para favorecer la autonomía funcional, y también mediante el reforzamiento del autoestima, Teseo ofrece trabajos individualizados en domicilio combinados con otros de carácter social para evitar el aislamiento. “Son personas que en el proceso de quedarse dependientes tienen sentimientos de frustración, el autoestima baja y dificulta estar en el domicilio”, explica.
Las terapias individuales en el salón de casa, con flexibilidad en horarios y días, fueron el punto de partida del proyecto, pero el éxito ha llegado con la incorporación de terapias grupales. “Cuando las habilidades empiezan a disminuir, nos cuesta relacionarnos porque nos ponemos más nerviosos, pero con las terapias grupales se vuelven a crear lazos de socialización en un espacio en el que se sienten cómodos”, relata.
Durante hora y media cada día (dos a la semana) los mayores “tienen una vía de escape, una momento de ocio terapéutico” en los talleres de rehabilitación. “Entremezcla el nivel cognitivo y el funcional a través de gimnasia de mantenimiento. En grupos de unas 8 personas, permite un ambiente más distendido y hay veces que admiten un ocio real como de trabajo con bolos, cartas...”, relata. De hecho, esta interacción es una de las claves del éxito, tal y como explica Ángel González, yerno de Juana: “Ella viene muy contenta porque sabe que está animada, con gente, y progresa mucho en su rehabilitación en el ictus. Termina de comer y se va pronto a echarse la siesta para llegar a la terapia con energía y poder hacer los ejercicios de pelotas y aros”.
El proyecto, en dos partes La terapia cognitiva, que requiere una valoración previa en el domicilio para determinar los ejercicios que necesita cada persona, consiste en mezclar el trabajo de fichas con otras labores orales. Se potencian la atención, la memoria, el lenguaje, el cálculo y la percepción.
La terapia funcional es el segundo eje sobre el que gira Teseo. Se trata de pequeños ejercicios de gimnasia “que se hacen casi siempre sentados porque los mayores no aguantan un entrenamiento físico más fuerte”, añade. “Se hace de la cabeza a los pies, una rutina de ejercicios de cabeza, brazos, tronco y piernas. Añadimos pesas para tonificación muscular, y aros o pelotas que permitan trabajar lo que se necesita”, puntualiza. Hace hincapié en la prevención de la artrosis y el equilibrio.
La aplicación práctica de estos ejercicios es fundamental, ya que “con el aro en una mano hay que meter la pierna contraria y simboliza el movimiento para meter un pantalón”. “Buscamos objetivos del día a día, seguir colaborando en el vestir. Con la gimnasia de brazos hay que intentar ponerse la chaqueta, la camiseta...”, expone Urabayen. Los ejercicios se hacen “a modo de espejo para favorecer la lateralidad del cuerpo, la percepción de cada uno”, añade.
Según explican desde Teseo se trata de “un descanso para el cuidador previo a acudir a un centro de día”. “No es incompatible con el resto de recursos, ya que nuestro servicio es para cuando te estás dando cuenta de que pierdes facultades y tienes la conciencia de que quieres trabajar para estar bien”.
La labor con el anciano se combina, además, con el apoyo familiar. Desde Teseo aconsejan sobre los servicios a los que deben acudir y les ofrecen soporte psicológico, cuando el paciente tiene días complicados, así como potenciar la motivación de los mayores por parte de la familia. Actualmente centran su actividad en Pamplona y Estella, aunque también quieren adentrarse en la zona de la Ribera, sobre todo porque han comenzado a registrar una mayor demanda de personas entre 55 y 65 años, con afecciones cerebrovasculares preocupadas por volverse dependientes siendo todavía jóvenes.
Fuente: noticiasdenavarra.com