José Manuel Marín Carmona es presidente de la Sociedad Andaluza de Geriatría y Gerontología y ha coordinado el grupo de Demencias en su homóloga de ámbito nacional. Médico especialista en Geriatría, diplomado en Gerontología Social y experto en Formación Ocupacional, actualmente coordina el programa Memoria y Demencias del Ayuntamiento de Málaga y dirige el Centro Municipal de Envejecimiento Saludable.
-¿Cómo ve la salud de las personas mayores en Andalucía?
-Los mayores son un grupo muy heterogéneo. La inmensa mayoría están bien; tres de cada cuatro gozan de buena salud y son atendidos dentro del sistema sin ningún problema: por sus médicos de atención primaria, normalmente, y, cuando tienen una patología aguda, por los correspondientes especialistas. El problema es cuando hablamos de ese subgrupo, uno de cada cuatro, que son los mayores más frágiles, más vulnerables, o que están en una situación de dependencia, los que llamamos pacientes geriátricos. Y estos sí que en nuestra comunidad carecen de recursos especializados dirigidos a ellos. Es la única comunidad del Estado donde esto ocurre. Desde la Sociedad Andaluza de Geriatría y Gerontología defendemos que se cumpla lo que dicen las evidencias científicas e incluso recoge el Estatuto de Autonomía de Andalucía: que este subgrupo de mayores pueda beneficiarse del trabajo específico de los especialistas formados para su atención, que son los geriatras.
-¿Qué características tienen esos ancianos más vulnerables?
-Suelen presentar varias enfermedades al mismo tiempo, enfermedades crónicas, que afectan a la funcionalidad, es decir, a la capacidad de manejarse por sí mismos; consumen muchos fármacos; hay afectación psicológica porque hay Alzheimer o problemáticas familiares asociadas... Son pacientes complejos. Ellos, y los que están en riesgo de serlo, los que llamamos pacientes frágiles, en los que es muy importante hacer una detección precoz de esa vulnerabilidad y un manejo preventivo para que no caigan en esa situación de dependencia.
-El Hospital de San Rafael de Granada es uno de los pocos centros geriátricos de Andalucía.
-El Hospital de San Rafael es un hospital concertado financiado por fondos públicos y con un magnífico servicio de Geriatría. Hay otros dos servicios públicos de Geriatría adscritos a unidades de Medicina Interna y no reconocidos como tales unidades de Geriatría: uno en el Hospital Regional de Málaga, antiguo Carlos Haya, y otro en el Hospital Torrecárdenas de Almería, donde hay una unidad de manejo del anciano frágil con geriatras en su plantilla. Carecemos de algo que también llevamos tiempo demandando: una unidad docente donde se puedan formar futuros geriatras. Claro que, si no se oferta la Geriatría como tal, es lógico que tampoco se formen geriatras.
-Aparentemente, no hay atención geriátrica por una cuestión económica. Sin embargo, ¿no supondría un ahorro mejorar la salud de los ancianos?
-Quiero que quede claro que los geriatras no estamos para ver a todos los mayores, porque la inmensa mayoría están perfectamente atendidos por sus médicos de atención primaria y sus especialistas. Hablamos de un subgrupo que es el que consume más recursos sanitarios. El manejo de esos pacientes por los geriatras no solo es más eficaz de cara a los mayores, sino también más eficiente en cuanto a costes.
-¿Qué ventajas aporta al paciente una atención multidisciplinar y continuada como la que propone la Geriatría?
-La situación de estos pacientes dependientes es compleja; se mezclan problemas estrictamente médicos con problemas psicológicos, sociales, familiares... Es necesario tomar medidas rehabilitadoras, asistenciales, sociales... y para ello necesitamos un equipo multidisciplinar y una atención progresiva en el tiempo, porque son pacientes que en un momento dado van a requerir atención hospitalaria y en otro momento, atención en su domicilio.
-En el conjunto de las personas mayores, ¿cuáles son los principales problemas de salud en Andalucía?
-La SAGG hizo en 2008 un estudio para la Oficina del Defensor del Pueblo Andaluz y vimos que las personas mayores en Andalucía tenían un mayor nivel de discapacidad en general; de hecho, los niveles de dependencia son más altos que los de la media estatal. En cuanto a patologías, las más prevalentes, que son las cardiovasculares, hipertensión, diabetes y colesterol, están un poco más altas que la media nacional. Pero la mayoría están en buena situación y la pelea es que sigan estando en esa buena situación y retrasar la aparición de la dependencia. La política que nos compete a todos, a la sociedad en general y a los médicos, es fomentar la prevención de la salud, lo que llamamos envejecimiento activo, y estar muy atentos a la aparición de situaciones de fragilidad.
-Andalucía tiene una de las tasas de obesidad más altas de España en niños y adultos. ¿Se traslada eso también a la tercera edad?
-Claro. De hecho, todas las patologías cardiovasculares, la diabetes, la hipertensión y el colesterol, están muy relacionadas con el sobrepeso y la obesidad.
-Usted dirige el Centro Municipal de Envejecimiento Saludable de Málaga. ¿Qué trabajo hacen?
-A mí me gustaría transmitir una imagen positiva: la gente mayor es cada vez más activa, cada vez hace más ejercicio físico, está soportando gran parte de la crisis de las familias y es reconocida su labor como factor de cohesión social fundamental. Trabajamos fundamentalmente el envejecimiento cognitivo y hacemos sobre todo prevención: entrenamiento de memoria para pacientes con quejas de memoria pero sin otro tipo de afectación cognitiva. También desarrollamos un método de intervención multidisciplinar en pacientes con demencias y sus familias, trabajando en estimulación psicológica y cognitiva con los pacientes y dándoles a las familias estrategias de cuidado, formación de los cuidadores en hábitos saludables...
-Como especialista en demencias, ¿ve preocupante el futuro, con un porcentaje cada vez mayor de personas con Alzheimer y otras demencias y sin una cobertura asistencial adecuada?
-Estamos un poco obsesionados con encontrar un tratamiento milagroso que cure el Alzheimer y eso es un objetivo poco realista. A mí me gustaría focalizar el tema en lo que sí sabemos que funciona. Una cosa es que el Alzheimer no tenga cura y otra que no tenga tratamiento. Hoy sabemos por estudios epidemiológicos que las personas que en edades medias de la vida llevan una vida saludable y controlan su tensión, su colesterol, su peso y su diabetes, que hacen actividad física y tienen participación social y estimulación cognitiva, esa gente con una vida activa y saludable tiene muchísimo menos riesgo de desarrollar la enfermedad. o de expresarla antes de morirse. Porque hoy sabemos que la enfermedad comienza 15 o 20 años antes de aparecer los síntomas; por lo tanto la pelea no es tanto contra la enfermedad como contra los síntomas: a mí me da igual tener Alzheimer si cuando me muera con 84 años todavía no he tenido los síntomas. Con estas estrategias conseguimos retrasar la aparición de estos síntomas. Por otro lado, una vez que se manifiesta la enfermedad, con los tratamientos sintomáticos farmacológicos, la estimulación cognitiva, el manejo familiar y el apoyo social hacemos que la evolución de la enfermedad sea mucho mas lenta y más benigna para el paciente y su familia.
-En este terreno, ¿queda mucho por hacer?
-Sí. Creo que todavía se hace un manejo exclusivamente médico de la enfermedad de Alzheimer. Los pacientes tardan todavía en llegar a los hospitales y ser diagnosticados y, una vez diagnosticados, se les pone un tratamiento farmacológico y quedan fuera de un cuidado que tiene que ser multidisciplinar, completo y articulado.
-Teniendo en cuenta la importancia de la prevención, ¿cómo y cuándo hay que empezar a prepararse para la vejez?
-Yo siempre les comento a mis mayores que una de las grandes diferencias entre una persona de 45 años y otra de 75, ambas sin enfermedades aparentes, es que mientras la primera, si no hace grandes disparates, va a gozar de buena salud, la segunda tiene que pelear por mantener su buena salud. Es decir, que a partir de las edades medias de la vida hay que cuidar todo eso que hemos comentado. El proceso de envejecimiento es paulatino: no comienza a los 65 años. Hay muchas funciones que empiezan a decaer a partir de los 30 años. Es un proceso que debemos incorporar a nuestra vida. De hecho, las políticas de envejecimiento activo no se circunscriben a los mayores de 65 años, sino que cada vez bajan más la edad.
-Su ponencia en Granada trata sobre el trato inadecuado y las injusticias hacia los mayores. ¿A qué se refiere?
-Una de las conclusiones de una encuesta que hicimos en la SAGG fue que muchos mayores conocían situaciones de maltrato, pero ellos hablaban más bien de 'mal trato', lo que podríamos llamar un trato inadecuado. Ellos consideraban que se ha producido una ruptura del contrato social por el que unas generaciones cuidan de las otras: ellos han cuidado de sus padres, están cuidando de sus hijos y sin embargo no tienen claro que su familia y la sociedad vayan a cuidar de ellos. Y tienen un poco de razón. En este país el gasto social está por debajo de la media europea y el gasto destinado a los mayores, bastante por debajo de otros países de nuestro entorno.
Fuente: ideal.es