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Menea este post en Meneame.net Las asociaciones les piden informar sobre su labor para ayudarles a liberar la saturación de las consultas

Son los primeros testigos de las listas de espera y de las salas abarrotadas en los centros de salud. Suscriben las reclamaciones de los profesionales de Atención Primaria, pero no se limitan a quedarse de brazos cruzados. Con motivo del Día Mundial del Médico de Familia, diversas asociaciones de pacientes solicitan a estos sanitarios una mayor confianza en su labor, a fin de mejorar la atención del enfermo y, a su vez, ayudar a ‘liberar’ las consultas.

Pero, ¿de qué manera pueden colaborar en esta misión? María Jesús Delgado, presidenta de la Federación Española de Párkinson (FEP) lo tiene claro: “un paciente formado e informado usa menos los servicios sanitarios y evita la sobresaturación”, señala. Y es en ese punto donde las agrupaciones tienen su potestad.

Se trata de una relación forzosa, circular y, en la mayoría de casos, pendiente. Y es que este proceso de empoderamiento necesita que el propio facultativo ponga en contacto a sus pacientes con las entidades, “un pasito que cuesta mucho”, declara Delgado. El motivo que encierra el problema se basa principalmente en la falta de información: “muchos médicos no saben que existimos ni lo que hacemos y la culpa también es nuestra, que no nos hemos dedicado a informarles”.

Conscientes de este escenario, desde la Federación Autismo Madrid vienen desarrollando un programa de formación en centros de Atención Primaria de la comunidad. Mediante folletos informativos, posters y cursos, buscan instruir a los profesionales en la atención especializada que a menudo requieren las personas con trastorsno del espectro autista (TEA), logrando además darse a conocer entre los usuarios para que la derivación se haga efectiva.

En el mismo sentido se orienta la presidenta del Foro Español de Pacientes, María Dolors Navarro: “Si el propio médico en la consulta insta al paciente a entrar en una web determinada o llamar a una asociación, el paciente le hará caso por la confianza que en él deposita”.

¿Desconocimiento o desinterés?

Los miembros del foro se encuentran trabajando para que médicos y enfermeras conozcan de primera mano el trabajo que se desarrolla desde las agrupaciones de enfermos, conformando un marco de coordinación conjunta “para que cuando el paciente llegue a la consulta esté correctamente informado y pueda seguir la pauta de tratamiento de la manera más apropiada”.

Domingo Aceves, vicepresidente de la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de personas con Alzheimer y otras demencias (Ceafa), va un paso más allá, al considerar que algunos profesionales “no creen” en las terapias no farmacológicas ofrecidas por los grupos de ayuda a pesar de ser “lo suficientemente importantes como para que el médico las conozca y oriente al enfermo y a sus familias”.

“Junto a los medicamentos, este tipo de actividades pueden retrasar hasta tres años la aparición más dañina del alzhéimer y mejorar la motricidad”, insiste.

Un objetivo que topa con la barrera de la congestión

La aglomeración de pacientes en las consultas dificulta esta reconversión en las prácticas. Para Juan Carlos Julián, coordinador de la Federación Nacional de Asociaciones para la Lucha Contra las Enfermedades del Riñón (Alcer), la saturación es “indudablemente el mayor problema de la Medicina Familiar”, a la que sitúa como “primera protagonista a la hora de prevenir y detectar de forma precoz las enfermedades crónicas”.

“En tres o cuatro minutos poco puede hacerse”,  apunta el vicepresidente de Ceafa. “No podemos prescindir de los médicos. Tenemos que recibir la atención que merecemos y para ello es necesario reducir el número de pacientes”.

“A día de hoy los médicos de familia se limitan a recetar y casi no se habla. La información es muy justita”, agrega la responsable de los pacientes con alzhéimer.

En estas condiciones el diagnóstico precoz se aleja de lo deseable, tal y como expresa Laura Hijosa, de Autismo Madrid, en cuyo caso la detección pediátrica se alcanza a los 18 meses de vida de los menores y no a los seis, como se debiera.

Fuente: estusanidad.com

Con la colaboración de