Mi humilde contribución a 'La Marató' de este año no será sólo monetaria sino que, a través de esta neuorcápsula especial, os intentaré 'neuroseducir’ con el objetivo de motivaros a colaborar también. Para 'La Marató' es tan importante la recaudación de dinero como la divulgación científica, la concienciación y la educación de la sociedad en la cultura científica. Este año en concreto, como todos ya sabéis, el objetivo es potenciar la investigación científica para prevenir y curar las enfermedades neurodegenerativas. Me aprovecharé de vuestras neuronas espejo, el alma máter de vuestra empatía (capacidad de ponerse en el lugar del otro) y la imitación de comportamientos. Os propongo una reflexión sobre la pérdida de identidad, el adiós a uno mismo, la evaporación del 'yo'.
NEUROCÁPSULA
Imagina un licor o una droga desprovista de todo gusto peculiar y útil, tan sólo para olvidarse de uno mismo.
Tu eres tu Alzheimer. Puede que no lo recuerdes.
Cada 4 segundos se diagnostica un caso de demencia. En un 60% de estos casos es Alzheimer. El Alzheimer tiene un origen y unas causas que son desconocidas, es imposible de prevenir, se diagnostica tarde y no existe ninguna medicación que lo retrase o frene su curso. Tan sólo la estimulación física y cognitiva lo ralentizan. La progresiva discapacidad de las personas con demencia y la dedicación que requieren por parte de sus cuidadores, convierten estas enfermedades en una de las principales causas de dependencia en nuestra sociedad.
La ilusión de la individualidad
En condiciones normales nos sentimos orgullosos de no estar sujetos a ninguna autoridad externa (falazmente), de ser libres de expresar nuestros pensamientos y emociones, y damos por supuesto que esta libertad garantiza -casi de manera automática- nuestra individualidad. El derecho de expresar nuestros pensamientos, sin embargo, tiene algún significado tan sólo si somos capaces de tener pensamientos propios; de recordar quién somos. Esa ilusión de libertad sólo será proclamada si las condiciones psicológicas íntimas son tales que nos permitan establecer una verdadera individualidad propia.
La significancia e impotencia del individuo
Esas consecuencias psicológicas demuestran cómo tal impotencia conduce a esa especie de evasión que hallamos al observar el diagnosticado, o a una conformidad compulsiva por la cual el individuo aislado se transforma en autómata, pierde su yo, y, sin embargo, al mismo tiempo se concibe conscientemente como libre y sujeto tan sólo a su propia determinación. La identidad del individuo ha constituido el problema de mayor envergadura de la filosofía moderna desde Descartes. Hoy damos por supuesto lo que somos. Sin embargo, la duda acerca de la experiencia subjetiva de nuestro ser todavía existe y ha aumentado incluso con los avances más sofisticados en neurociencia.
¿Me recuerdo? o ¿Me recuerdan?
¿Quién soy yo? ¿Qué prueba tengo de mi propia identidad más que la permanencia de mi yo físico? Si bien podemos apostar por la afirmación del yo individual, también podemos observarnos desde la propia negación: no poseo identidad, no hay yo, excepto aquel que es reflejo de lo que los otros esperan que yo sea; yo soy 'como tú me quieras'.
Ese licor o droga desprovista de todo gusto peculiar y útil no nos gusta. Esos recuerdos no recordados nos hacen desaparecer. Esa ilusión de individualidad se desvigoriza. Esa significancia del individuo se marchita. Ese 'yo' se desvanece; mi ser, degenera. Cuidemos más que nunca a los cuidadores y al entorno de las personas con demencia.
Intenta no olvidar nunca esto: La solidaridad no degenera. Colabora.
Fuente: elperiodico.com