“Todas las mañanas me pregunta cada 10 minutos que por qué no salimos a pasear, que es lo que solemos hacer siempre, y le explico que hay un virus peligroso que nos puede matar. No se lo cree y me dice ‘quiero salir a la calle’, así que tengo que sacarle al balcón y enseñarle que está todo vacío para que me crea”, así narra Juan su rutina de cada mañana desde hace cinco semanas con su mujer María Antonia, de 78 años, a la que diagnosticaron Alzheimer hace cuatro años.
Para Dalmira, que cuida de su marido Antonio de 55 años al que diagnosticaron Alzheimer hace cinco, su rutina ha cambiado por completo e incluye –de vez en cuando– interponerse entre él y la puerta de casa. “Llevamos el confinamiento dignamente”, cuenta. “Tratamos de hacer una nueva rutina todo los días en casa, que incluye pintar y dibujar, pero él tiene momentos en los que quiere irse y le tenemos que convencer para que no”.
Asimismo Dalmira explica: “En casa tiene que ser todo alegría y felicidad. Las palabras en el mismo tono, no se puede estar enfadado, porque lo percibe mal, tiene que ser todo felicidad y seguir siempre esta nueva rutina que hemos creado”. Pero Antonio advierte el miedo a través de la televisión o en una ocasión que salieron a comprar. Con su testimonio la andaluza, que pertenece a la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer de Motril, quiere mostrar que no se puede asociar esta demencia solo a personas mayores.
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