«Los residentes han recuperado habilidades y sus familiares son como una piña, así que el efecto no puede ser más positivo», asegura Choni Álvarez, directora de la residencia de mayores Conde de Toreno para valorar los resultados de la nueva unidad de convivencia, un nuevo departamento del centro que reúne a 16 personas y donde los internos «se siente como si estuvieran en casa».
El módulo, abierto el pasado 9 de septiembre, cambia la dinámica habitual de una residencia de mayores para reproducir el ambiente de una vivienda particular con un salón cocina donde los mayores, con la presencia constante de dos auxiliares durante la mañana y la tarde, se dedican a la repostería, participan en actividades, y conviven entre ellos y con sus familiares en un ambiente más personal. «El objetivo es retrasar la demencia», explica Álvarez.
Y lo están consiguiendo Los ancianos, asegura la directora del centro, «nunca se quedan solos» y han recuperado habilidades motrices, sin cintas de sujección, en las semanas que llevan en la unidad de conviviencia. «Se parece menos a una residencia y más a una casa», afirma Álvarez. «Ahora son los que más pasean por el patio de todo el centro».
Clave del éxito es la implicación de los familiares, que tienen un espacio más personal en la unidad de convivencia para compartir su tiempo con los mayores ingresados.
«Las familias participan más. Muchos pasan el día con los residentes y ahora son una piña entre ellos», reitera la directora de la residencia Conde de Toreno para poner énfasis en el cambio que el nuevo módulo también ha propiciado en el entorno de los mayores.
La nueva unidad de convivencia cuenta con una docena de habitaciones personalizadas por sus ocupantes, con muebles, cuadros y decoración y un gran salón cocina donde recuperan el gusto por la cocina