En octubre dos bebés llegaron a la residencia de mayores de San Juan de Dios de Granada. Dos pequeños a los que llamaron Ana y Juan. Ella siempre está dormida y tranquila mientras que él mantiene sus ojos bien abiertos para no perderse las sonrisas que se dibujan en las caras de los ancianos cuando lo acunan en sus brazos. Pero “los niños”, que es como les llaman cariñosamente en la residencia, no comen, no lloran y no hay que cambiarles los pañales porque son sólo trapo y plástico.
‘Babies’ o bebés ‘reborn’ es como se llama a estos muñecos hiperrealistas que han sustituido a los “nenuco” de toda la vida. Una fisionomía que, a simple vista, hace creer a quien los mira que vayan a arrancar a llorar en cualquier momento o soltar una carcajada y un peso que, al cogerlos, dan ganas de agarrar con mucho cuidado por miedo a que les pueda pasar algo.
La idea de llevar los ‘reborn’ a la residencia llegó por casualidad, seguramente como todos los grandes descubrimientos de la historia. “Nosotros empezamos a verlo de casualidad”, explica Inma Quirós, terapeuta ocupacional en el centro de día de la residencia San Juan de Dios, donde se realiza esta terapia. “Teníamos una señora que siempre lloraba, tenía crisis de agitación y de angustia muy fuertes y nos dimos cuenta que al ofrecerle un nenuco, ella era capaz de fijarle la atención, se relajaba y se tranquilizaba”.
Fefa tiene casi un siglo de vida, ella y otra mujer, que se encuentra, igual que Fefa, en avanzado estado de demencia, están sentadas solas en una salita aparte. Las dos, sentadas mirando a la tele en la que se ven unos cuantos peces nadando, miran al infinito sin ningún tipo de expresión en sus caras. Una de las cuidadoras se acerca entonces a Fefa, le da un nenuco sin ropa y con el pelo alborotado pero a ella no le importa, lo coge y sus ojos se llenan de ternura en ese momento, lo mira y le da un beso tras de otro en la frente.
Los pequeños Ana y Juan son el ojito derecho de todos, pero sobre todo de las mujeres, que vuelven a acunar a un bebé tal y como hicieron con sus hijos y sus nietos. Ana, una señora de 73 años llena de vida y alegría, con un sombrero cordobés ladeado en su cabeza con motivo del Día de la Cruz, nos cuenta que ha sido una madre maravillosa: “tengo dos hijos y dos nietos y a todos los he criado yo”. Ésta es otra de las ventajas de la llegada de los bebés al centro, Inma nos dice que “puede que tengan reminiscencias del pasado porque tiene mejor efecto en mujeres que en hombres y es posible que les recuerde a cuando ellas cuidaban a sus hijos cuando eran pequeños”.
“Yo veo maravilloso el haberlos traído aquí, ¡maravilloso! porque han dado vida”. Parece irónico que unos simples muñecos puedan “dar vida”, tal y como nos cuenta Ana, a una residencia en la que los años se cuentan en experiencias vividas, unas experiencias que están desapareciendo de las memorias de quienes las protagonizaron. Las vidas de estas personas con Alzheimer o demencia parecerían consumidas hasta que llegaron los ‘reborn’, que inyectan felicidad a los mayores cada vez que los miran o los cogen entre unos brazos que han criado a hijos y nietos.
Y es que no sólo dan alegría por despertar los mismos sentimientos y emociones que un bebé de verdad sino que ayudan a “controlar conductas indeseadas”, tal y como explica Inma. Unas conductas que, de no ser por los muñecos, tendrían que ser remitidas con medicación. “El Alzheimer y la depresión van muy unidos, lo que intentamos siempre es trabajar emociones positivas y los bebés consiguen ese objetivo”, expone Inma.
Sin embargo, a pesar de haber podido ver la alegría, la emoción y la ternura en aquellos que sufren la tremenda enfermedad que deja una memoria vacía de recuerdos, ver una evolución clara en los pacientes es difícil, según nos detalla la terapeuta. “La enfermedad de Alzheimer tiene altibajos, siempre va a estar ahí y los síntomas propios de la enfermedad siempre van a salir. Lo que podemos hacer es controlar en el aquí y ahora las reacciones y conductas indeseadas”. “Pero evolución”, añade Inma, “no existe, hay que tener en cuenta que para muchos de ellos cada vez que vienen es el primer día que vienen y a lo mejor lo hacen desde hace mucho tiempo pero me ven y para ellos es como el primer día que me conocen”.
Aunque la enfermedad siga avanzando, lo que está claro es que los bebés ‘reborn’, han llevado vida al centro de día de la residencia San Juan de Dios, convirtiéndolo en uno de los pioneros en este tipo de terapia. La presencia de los pequeños da alegría, humor y alivio a todos ellos así como a sus terapeutas y cuidadores que tienen que recurrir menos a los fármacos para sobrellevar los brotes provocados por la enfermedad.
Fuente: granadadigital.es