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«Para envejecer bien hay tres secretos: alimentación, ejercicio y actitud»

Carlos de Linares, pionero de la geriatría, a la que lleva dedicado 36 años, es uno de los dos únicos titulares de esta especialidad reconocidos por el SAS en Andalucía

Conversa sobre la vejez con una filosofía de fondo que impresiona. Después de cuatro décadas dedicado a la geriatría, destila en su discurso la experiencia clínica del médico y la empatía del cuidador, desde la perspectiva que proporcionan años de trabajo con el proceso de envejecimiento y la demencia que a menudo acompaña al ser humano en su crepúsculo vital. Carlos Linares del Río (Málaga, 1952) es director médico del complejo asistencial de las Hermanas Hospitalarias, un centro dedicado a la salud mental y a la psicogeriatría, donde hoy se presta servicio a 386 pacientes. Y uno de los dos únicos especialistas en geriatría con los que cuenta el SAS en la Comunidad. Para este malagueño devoto de su barrio de la Victoria, fundador de la Asociación de Familiares de Alzhéimer, de la Fundación antidemencia Al Andalus (www.alzheimer-online.org) y de la Sociedad Andaluza de Geriatría, entre otras, su especialidad es un reto para el sistema sanitario actual. «Estamos considerando al anciano como una parte y no como un todo y no se puede atender igual a un mayor que a un joven».

-¿Cómo descubre un joven estudiante de Medicina su vocación por la geriatría?

Yo estudiaba oftalmología; y lo que descubrí realmente es que el problema de un anciano no es sólo operarse de cataratas.

Usted fue el primer médico geriatra en Málaga y hoy, décadas después, uno de los dos únicos especialistas que reconoce el Servicio Andaluz de Salud. ¿Por qué esa resistencia a extender esta especialidad?

Es un absurdo. Mandamos al anciano al cardiólogo si tiene un problema de corazón; al digestivo si es de estómago... y así de dolencia en dolencia. Pero al final estamos considerando a la persona como una parte, no como un todo.

¿Y eso cómo se explica con una población que envejece?

Es que no tiene explicación. Porque además la geriatría lo que aporta es racionalizar el servicio que se presta a la población mayor.

O sea, que atiborramos a pastillas a nuestros ancianos.

Desde luego. Y nuestro sistema está generando enfermedades del propio sistema. Es lo que los médicos llamamos iatrogenia. Lo primero que habría que hacer es no hacerle daño; lo segundo tener en cuenta los procesos farmacinéticos del anciano, es decir; adaptar la dispensación al paciente. Y, sobre todo, tratarlo de manera integral. A un geriatra, por ejemplo, no se le ocurre dar de alta a un paciente que ha sufrido una neumonía hasta que funcionalmente no está válido.

O sea, que habría que adaptar el sistema a cada paciente.

Eso es justo la geriatría. De ahí surgen las unidades de agudos, los hospitales de día, las estancias diurnas... etc. No es normal que tengamos a un paciente en una cama de hospital que vale 690 euros al día, cuando lo podríamos tener en una unidad de rehabilitación y cuidados con un coste de 160 euros.

Usted ha sido también pionero en la lucha contra el alzhéimer. ¿Cómo afrontarlo?

Hay que evitar el estigma pero sin engañar. No le digamos al enfermo que tiene alzhéimer. Expliquémosle que tiene un déficit de memoria que debe trabajarlo. Así es como tendrá capacidad para luchar.

¿Y qué hacemos con el cuidador?

Hay muchas formas de ayudarle, pero lo mejor es enseñarle que lo que está viviendo es un proceso de la enfermedad, que no es el enfermo el que está hablando. Y sobre todo, que es una oportunidad de agradecimiento a ese familiar que antes lo cuidó a él.

Doctor, ¿cómo se mejoraría la atención a un anciano?

Lo primero, una completa historia clínica. El anciano necesita ser escuchado.

El alzhéimeres una oportunidad de agradecimiento del cuidador al familiar»

Ya ¿y se puede escuchar la historia de un anciano en cinco minutos de consulta?

Para nada. Es imposible hacer una aproximación diagnóstica de un paciente anciano en diez minutos o en un cuarto de hora. Seamos realistas: ese es el tiempo que emplea prácticamente para entrar por la puerta y sentarse.

¿Sabemos envecejer hoy en día?

No. La vida tiene sus fases y la sociedad actual ha reducido el prisma solo a la parte productiva, y por eso hemos dejado de ver las necesidades de cada persona desde todos los puntos de vista. Y conviene prevenir y educar desde la infancia.

¿Hay algún secreto para llegar a viejo?

Yo se lo pregunto a todos mis pacientes de más de 90 años. El primer secreto es la alimentación. Y en ese sentido hay un parámetro universal: ‘Déjate siempre algo en el plato’. La otra clave es el ejercicio. Tuve la suerte de reencontrarme con un catedrático de Medicina del que fui alumno en Granada hace muchos años. Estaba exactamente igual que cuando yo era estudiante. Y no me resistí a preguntarle la fórmula. Me dijo: «Voy andando a los entierros de aquellos de mis compañeros que fueron corriendo a lo largo de la vida». (Risas).

Y querer vivir, imagino...

Ese es el tercer secreto. La actitud; la ilusión por vivir cada día.

Bueno, ¿Y qué hace un geriatra para envecejer con salud?

Aprender de los que llegan a viejo (risas).

Fuente: diariosur.es

Con la colaboración de