En este mes de julio hemos conocido una investigación sobre la memoria realmente sorprendente. Publicada en Child Development por científicos de la Universidad de Maastrich (Países Bajos), demuestran que los fetos tienen una memoria a corto plazo. Los investigadores sometieron a un centenar de fetos, entre las 30 y 38 semanas de gestación, a una estimulación «vibro-acústica» (1 segundo de cada 30) desde el abdomen materno, mientras registraban sus respuestas. Cuando los pequeños dejaban de responder se consideraba que se habían «habituado» al estimulo, y esta actitud es para los neurólogos una forma de aprendizaje. Los resultados señalan que a las 30 semanas los fetos, sometidos a esta artimaña «vibro-acústica», manifestaban una memoria a corto plazo de diez minutos; cuatro semanas después todavía recordaban el estímulo. En definitiva, a las 30 semanas de habitar en la matriz ya tenemos memoria.
Un buen y cómodo lugar para vivir o dormitar, el interior del «vientre materno», lástima que sea tan solo por nueve meses, especialmente por lo torpes que nacemos si nos comparamos con otros mamíferos caseros. Precisamente, el sueño es básico para preservar los recuerdos. En la Universidad de Harvard (Boston, EE.UU) acaban de demostrar que el cerebro durmiente almacena tan solo la información más útil, es decir que el habitante de nuestro casco utiliza un proceso selectivo para guardar las informaciones más relevantes (incluida la emocional), y que ésta se acaudala por un periodo de cuatro meses. Atención estudiantes, otro artículo que construye la afirmación de que dormir es bueno para la memoria.
Dos investigaciones recientes sobre vitaminas aportan solución de futuro a los problemas de memoria. Una de ellas, publicada en Journal of Neurology, Neurosurgery and Psychiatry y realizada en la Universidad de Manchester (Gran Bretaña) indica que las personas (de 40 a 79 años), especialmente los hombres mayores (más de 60 años), con niveles bajos (50% del valor control) de vitamina D tienen más problemas cognitivos (peores calificaciones en los test) o de pensamiento, que aquellos individuos con niveles normales de esta vitamina. Los científicos dejan muy claro en su publicación que todavía no tienen pruebas que avalen si los suplementos vitamínicos podrían ser útiles para frenar este problema. Además, hay que recordar que una dieta insuficiente en vitamina D (regula la absorción de calcio y fósforo) produce raquitismo, o bien puede deformar el esqueleto, como curvar en exceso la columna vertebral o las piernas, e incluso inducir osteomalacia («huesos blandos»). Las fuentes de vitamina D, además de obtenerla mediante la exposición de nuestra piel a la luz solar, son la leche, margarinas y mantequillas, huevos, hígado y los pescados, entre otros.
Otra vitamina, la E, se ha visto relacionada, una vez más, con el Alzheimer. Científicos del Hospital General de Massachusetts (Boston, EE.UU) demostraban hace unas semanas que la vitamina E y los fármacos antiinflamatorios retrasarían moderadamente el avance del Alzheimer. El beneficio se obtuvo al cabo de tres años, tras ingerir dosis altas de esta vitamina (hasta 2.000 unidades internacionales/día), pero iban aumentando con los años. Esperemos más datos (riesgos y beneficios), para evaluar estos tratamientos, antes de engullir a mogollón vitamina E, especialmente por las dudas de su papel en el organismo. La vitamina E está en los aceites de semillas y en el germen de trigo.
Y acabamos de ver en el número de julio del Journal of Alzheimer Disease, que altas dosis de cafeína podrían proteger al cerebro contra los síntomas del Alzheimer. Los científicos del Centro de Investigación para la Enfermedad de Alzheimer en Florida (EE.UU) administraron medio gramo de cafeína al día (equivalente a cinco cafés) a ratones manipulados genéticamente que desarrollaban síntomas de la enferemdad (signos de demencia), y vieron que los problemas de memoria revertían. Además, los mouses reducían en plasma y en tejido cerebral, los niveles de la proteína beta-amiloide, molécula asociada a la placa característica de esta enfermedad. Los beneficios de la cafeína se encontraron solo en los ratones enfermos. Los curiosos deben de recordar que la cafeína con la presión arterial alta, como que «no casan». Vigile las dosis pueden ser peligrosas. ¿Y de las pasas, qué?, a mi me gustan...
Fuente: levante-emv.com