No solo los michelines merecen tu sudor de deportista (o de futuro deportista). Ningún fármaco puede hacer lo que el deporte por tu salud mental. Tu cerebro se despeja, a la par que la grasa de tu cuerpo.
Es temprano en la mañana. Estas sentado en algún rincón de tu cocina, frente a ti una taza de café a la que miras indeciso. Aun no lo crees, pero te has levantado una hora antes de lo habitual y estás allí con ropa deportiva y dispuesto trotar durante 30 minutos. No te hace gracia pero tampoco morir está en tus planes y esta semana tu médico de cabecera ha vuelto a insistir alarmado: debes cambiar tu estilo de vida o la grasa que viaja por tus arterias terminará con todos tus planes.
Esta es la realidad de muchas personas que día a día toman la decisión de invertir tiempo en salud. A cada segundo, desde todos los frentes, se les bombardea con buenas razones para ello, sin embargo casi todos los mensajes se centran en el ejercicio como medio de mantener la salud física, olvidando algo que desde los griegos era casi una verdad de Perogrullo: cuerpo sano y mente sana son dos complementos inseparables.
A la muerte no solo se transita vía infarto agudo al miocardio, sino también, y estadísticamente con no menos frecuencia, tras el angustioso vía crucis de una depresión, yéndose de este mundo casi como quién escapa.
Ante este panorama no cabe otra pregunta, ¿hay alguna evidencia de que, además de salvar nuestro cuerpo, el ejercicio físico de sostén a nuestra salud mental? Aunque tal vez sea menos difundido, la respuesta es un rotundo sí.
Fuente: 2ti.es