La pintora refleja a sus modelos en situaciones frecuentes de su día a día, como sentadas en una mecedora o en sus hogares
La pintora Virginia Bersabé lleva cinco años retratando a ancianos que padecen alzheimer, a los que ha dedicado docenas de óleos, infinidad de dibujos y varios grafitis en muros de cortijos abandonados próximos a su ciudad, Ecija.
"Tengo interés por la memoria y por la gente mayor. Me preocupa que nos olvidemos de los mayores. Para mí son muy importantes, porque me he criado con mi abuela María del Valle", dice la artista sobre las motivaciones que le han llevado a centrarse en el asunto del alzhéimer y a hacer de esta enfermedad el tema casi exclusivo de su creación artística.
Su abuela María del Valle se ha convertido en su principal modelo durante estos años, en los que ha pasado muchas horas con ancianos, ya que su madre trabaja en una residencia para mayores, de los que dice haber aprendido "la paciencia" y "a disfrutar del tiempo, ellos saben disfrutar cada momento y pueden dedicarte cuatro horas para tomarse un café contigo".
El tema de su pintura ha causado extrañeza a la gente de su generación y explica que le preguntan que "por qué pinto abuelas cuando puedo pintar jovencitas", y desde hace tres años sólo retrata a ancianas.
"Hay pocas mujeres que se hayan dedicado a pintar a mujeres; trato de elevarlas un poco, porque, además de mujeres, son mayores, y a las personas mayores se les suele hacer poco caso", una situación que, unida a una enfermedad como es el alzhéimer, que las desconecta del mundo y las incomunica, redunda en su olvido.
La poética de Virginia Bersabé, pintora ambidiestra, es la de la cotidianeidad, donde suele retratar a sus modelos, sentadas en sus mecedoras, en sus hogares, en sus patios y cocinas.
Aunque en cortijos abandonados en las afueras de Ecija ha hecho grafitis de hasta unos cuatro por cuatro metros con rostros de ancianos aquejados de alzheimer, últimamente en sus lienzos trata de "borrarles el rostro", porque sus modelos le interesan "como una parte del paisaje".
Esta circunstancia es la que menos entienden sus modelos, algunas de las cuales le preguntan que, si posan para ella, por qué no les pinta la cara. "Tiendo a borrarles el rostro, porque, en cuanto metes un retrato en un cuadro, el interés se limita a ver quién es y si es fulanita", dice.
Además de aprender de la paciencia que tienen, este trato continuado de cinco años con ancianos que padecen alzheimer le ha permitido a la pintora "encontrar a muchas personalidades" y formas de relación alejadas de las de la gente de su edad. "Te reciben ofreciéndote un café y pastelitos", comenta la artista.
Virginia Bersabé celebra ahora su quinta exposición individual, primera en un país extranjero, con treinta obras, en Argel, y también participa con una docena de obras en la tercera Bienal de Orán.
Fuente: diariocordoba.com