Todo lo que comemos cuenta. Nos hace más fuertes o nos genera debilidades, según el caso. Pero está demostrado que nuestra dieta tiene un impacto directo en lo que somos y en lo que acabaremos siendo.Una prueba de ello, una más, es la investigación llevada a cabo por la Universidad Estatal de Iowa, en Estados Unidos, y que ha sido publicada recientemente en la revista científica Journal of Alzheimer’s Disease.
La investigación demuestra cómo la alimentación que llevamos a lo largo de toda nuestra vida acaba generando, en lo particular de este caso, un impacto negativo o positivo en nuestra agudeza cognitiva.
Se considera como deterioro cognitivo al declive de las funciones específicas como consecuencia del paso del tiempo o de diversos factores externos.
Existen diferentes grados de deterioro que pueden acabar convirtiéndose en demencia o Alzheimer desembocando, en el más extremo de los escenarios, en la pérdida total de memoria.
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