DOMINGO, 13 de julio de 2014 (HealthDay News) -- Dos investigaciones recientes sugieren que un sentido del olfato vacilante podría ser señal de las primeras etapas de la enfermedad de Alzheimer, y que una prueba de olfato barata y de tecnología básica podría detectar quién necesita unas pruebas de detección más extensivas para la demencia.
En dos estudios distintos, una reducción en la capacidad de identificar olores se asoció con la pérdida de función en las neuronas y el avance de la enfermedad de Alzheimer.
"Intentamos poder diagnosticar el Alzheimer antes, y en teoría suministrar medicamentos a las personas más pronto", planteó Matthew Growdon, autor líder de uno de los estudios. "Piense en la enfermedad cardiovascular como un paradigma: la idea es hallar una forma de controlar los factores de riesgo [antes de que la enfermedad avance]".
La capacidad de oler se asocia con el primer nervio craneano, y con frecuencia es una de las primeras cosas afectadas por el declive cognitivo.
Las regiones cerebrales que procesan los olores son particularmente vulnerables a Alzheimer a inicios del proceso de la enfermedad, explicó Growdon, estudiante de la Facultad de Medicina de la Universidad de Harvard, en Boston. Las autopsias han revelado placas amiloideas y nudos neurofibrilares, que son las señales características del Alzheimer, en las áreas del cerebro responsables del olfato.
En un subgrupo de los participantes del estudio que tenían niveles elevados de amiloidea en el cerebro, hubo evidencia de una mayor muerte de neuronas y una menor capacidad del olfato, comentó Growdon. Los datos tomaron en cuenta la edad, el sexo, la inteligencia y los escáneres cerebrales de los participantes.
El Alzheimer es la forma más común de demencia, y es un término general para la pérdida de la memoria y otras capacidades intelectuales, suficientemente grave como para interferir con la vida cotidiana. La enfermedad de Alzheimer conforma del 60 al 80 por ciento de los casos de demencia, según la Asociación del Alzheimer (Alzheimer's Association).
La investigación se presentó el domingo en la Conferencia Internacional de la Asociación del Alzheimer en Copenhague, Dinamarca. Los hallazgos presentados en reuniones médicas se consideran preliminares hasta que se publican en una revista revisada por profesionales.
Para el estudio de Growdon, los investigadores recurrieron a 215 personas del área de Boston que tenían entre 64 y 88 años de edad y que participaban en un proyecto de investigación diseñado para ver si los resultados de los escáneres cerebrales se relacionan con los cambios de memoria que ocurren en los adultos sanos.
Los participantes recibieron escáneres cerebrales, pruebas genéticas, análisis de sangre y de fluido espinal, y escáneres TEP para detectar las placas amiloideas en el lóbulo temporal, un área importante para la memoria. También realizaron una prueba de identificación de olores conocida como Prueba de identificación de olores de la Universidad de Pensilvania (UPSIT) y un conjunto integral de pruebas para medir las habilidades de pensamiento.
"La investigación muestra que la UPSIT o una prueba de identificación de olores podría en teoría ser una prueba de detección asequible y rápida a la que se podría dar seguimiento con pruebas más costosas, elaboradas y precisas como los escáneres TEP o los estudios del fluido cerebroespinal", apuntó Growdon.
El segundo estudio, liderado por el Dr. Davangere Devanand, profesor de psiquiatría y neurología del Centro Médico de la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York, halló que entre 757 participantes, unas puntuaciones más bajas en la prueba del olfato UPSIT se asociaban con una transición a la demencia y a la enfermedad de Alzheimer.
Los autores de ambos estudios advirtieron que sus resultados eran simplemente una instantánea en el tiempo, y que se necesitan unos estudios más grandes que sigan a las personas durante unos periodos más largos para confirmar los hallazgos.
El Dr. Kenneth Heilman, profesor del departamento de neurología del Colegio de Medicina de la Universidad de Florida en Gainesville, advirtió que muchas afecciones pueden interferir con el sentido del olfato, entre ellas unas vías nasales bloqueadas, las alergias, los defectos del tabique (la estructura de la nariz), la enfermedad de Parkinson, la exposición a vapores y toxinas, algunos medicamentos e incluso el envejecimiento en sí.
"Una pérdida del sentido del olfato no significa que se tenga Alzheimer", señaló Heilman. "Pero si alguien sufre de pérdida de memoria episódica y también tiene pérdida del olfato, una enfermedad degenerativa como el Parkinson o el Alzheimer es una posibilidad".
La pérdida de la memoria episódica se relaciona con las memorias muy recientes, como no poder recordar qué comió en la cena la noche anterior, explicó.
Heilman calcula que alrededor del 12 por ciento de los que tienen un deterioro cognitivo leve (problemas con la memoria, el lenguaje, el pensamiento y el juicio que superan a los cambios normales relacionados con la edad) posteriormente contraen Alzheimer.
"Nos encantaría saber si la prueba del olfato predeciría el Alzheimer", dijo. "Pero no sabemos cómo funcionaría la prueba en una población de más tamaño".
Por ahora, Heilman tiene una recomendación sencilla: "si tiene un problema de memoria, consulte al médico".
Fuente: nih.gov