La Obra Social "la Caixa", la Fundación Pasqual Maragall y el Ayuntamiento de Málaga han puesto en marcha una investigación para evaluar, durante un año y medio, la mejora del nivel de bienestar de los cuidadores de personas con el mal de Alzheimer a través de su participación en grupos terapéuticos.
El concejal del Área de Derechos Sociales del Ayuntamiento de Málaga, Francisco Pomares; el director territorial de CaixaBank en Andalucía Oriental, Victorino Lluch; el director del Área Social de la Fundación "la Caixa", Marc Simon, y Sandra Poudevida, investigadora de la Fundación Pasqual Maragall, han explicado los detalles del proyecto este martes en rueda de prensa.
Así, han informado de que el estudio de estos grupos evaluará el impacto de esta terapia en los niveles de sobrecarga, el estado emocional y la calidad de vida de los cuidadores con el objetivo de demostrar científicamente su eficacia. El objetivo final es dotar a estas personas de las herramientas que le permitan comprender y aceptar la enfermedad, aprender a convivir con ella y vivir con dignidad su rol de cuidador.
La investigación cuenta con 24 grupos terapéuticos en funcionamiento en los que, desde principios de marzo, participan 226 cuidadores y un equipo de más de 30 especialistas en Psicología y Neuropsicología que realizan la intervención en Cataluña, Castilla y León, Canarias, la Comunidad Valenciana y Andalucía. En Málaga, participan en el proyecto 19 cuidadores familiares de enfermos de Alzheimer, distribuidos en dos grupos terapéuticos y dos grupos de acompañamiento.
En la terapia los participantes asisten, durante cuatro meses, a una sesión semanal de una hora y media. En alguno de los grupos se realizará un seguimiento mensual durante un año. En todos los casos, mientras dura la sesión, los cuidadores disponen de un espacio de atención profesional para el enfermo de Alzheimer.
COMPARTIR EXPERIENCIAS
Estas sesiones, que están conducidas por un psicólogo, ofrecen a los cuidadores un espacio donde compartir sus experiencias y abordar temas como la reacción frente al diagnóstico, el desgaste emocional, la comunicación con el enfermo, el cuidado de uno mismo o la aceptación de la nueva realidad.
Su finalidad es aumentar el bienestar del cuidador facilitando la adaptación a la nueva situación y promoviendo la relación con su entorno. Además, se trabajan aspectos cognitivos y conductuales, como pueden ser el entrenamiento de habilidades sociales, el pensamiento positivo y el aprendizaje de técnicas de relajación y autocontrol, entre otros.
Esta investigación estudiará las diferencias, antes y después de la intervención, en el nivel de sobrecarga, ansiedad y depresión, calidad de vida, resiliencia y apoyo social percibido por los cuidadores. También contemplará una descripción de su estado cognitivo actual y permitirá realizar un análisis de coste-efectividad de la intervención, información necesaria en un marco de recursos sanitarios limitados como es el actual, han resaltado.
El estudio evaluará también el impacto de la participación en un grupo de acompañamiento, donde los cuidadores pueden compartir experiencias e intercambiar información entre ellos, pero sin contar con apoyo terapéutico. Está previsto que las conclusiones del informe estén disponibles a finales de 2015.
EL CUIDADOR, UN "ENFERMO OCULTO"
La terapia grupal, han destacado, es una práctica común para reducir el estrés emocional que padecen los cuidadores, pero no se han extraído conclusiones científicas sólidas sobre sus beneficios. La asistencia en grupo tiene múltiples ventajas frente a la individual, ya que, por ejemplo, posibilita llegar a un mayor número de personas e incidir en aspectos que no pueden ser trabajados individualmente, como romper con el aislamiento, socializarse, compartir experiencias o aprender de otras personas que están viviendo la misma situación.
Más de 600.000 personas en España padecen Alzheimer u otras formas de demencia. El 80 por ciento viven en su domicilio con un familiar, que es el cuidador principal y que dedica 15 horas diarias a atender sus necesidades.
El cuidador ve cómo van reduciéndose todos los aspectos de su vida personal, laboral y social, en un contexto de desorientación, falta de recursos y de información, teniendo que renunciar frecuentemente al cuidado de uno mismo. De hecho, esa dedicación casi exclusiva al enfermo acaba convirtiendo a su cuidador a medio o largo plazo en un "enfermo oculto" que, si no cuenta con apoyo necesario, puede desembocar en problemas físicos y psicológicos asociados al estrés, la ansiedad, la depresión y la frustración.
Fuente: europapress.es