LUNES, 11 de julio de 2014 (HealthDay News) -- Los adultos mayores que disfrutan de los juegos mentalmente estimulantes podrían tener unos cerebros más grandes y unas habilidades de pensamiento más agudas que sus pares, sugiere una investigación reciente.
El estudio observó la conexión entre jugar juegos como los rompecabezas, los crucigramas, las cartas y las damas y la agudeza mental en adultos de 50 a 69 años de edad.
Los investigadores hallaron que las personas que jugaban a esos juegos al menos una vez cada dos días rendían más en pruebas de la memoria y de otras funciones mentales. Y según los escáneres con IRM, tenían más masa tisular en las áreas cerebrales que tienen que ver con la memoria.
Pero la pregunta del huevo o la gallina persiste, dijo la investigadora líder, Stephanie Schultz.
"La causalidad no está clara", dijo Schultz, especialista en investigación de la Universidad de Wisconsin, en Madison.
Dean Hartley, director de iniciativas en la ciencia de la Asociación del Alzheimer (Alzheimer's Association), se mostró de acuerdo. "No sabemos si los crucigramas y los rompecabezas evitarán la demencia", anotó.
Pero, dijo, los resultados encajan con las investigaciones que sugieren que el "ejercicio" mental podría ayudar a retrasar el inicio de la demencia en algunas personas.
El Alzheimer se caracteriza por la acumulación de unos depósitos anómalos de proteína en el cerebro, conocidos como placas y nudos. Pero los investigadores saben que algunas personas pueden mantener su funcionamiento cotidiano a pesar de esos cambios en el cerebro.
Hartley explicó que una teoría es que las personas con un mayor nivel educativo, o que realizan más actividades estimulantes para la mente, tienen una "reserva cognitiva" más grande que pueden aprovechar cuando comienzan los cambios cerebrales relacionados con el Alzheimer.
Si los ejercicios mentales son beneficiosos, ¿tienen los juegos algo especial, en comparación con leer un libro? Hartley dijo que es posible: los juegos no solo estimulan la mente, sino que también pueden mantener a los adultos mayores socialmente activos, anotó.
Schultz se mostró de acuerdo. "Nuestros hallazgos sugieren que las actividades cognitivamente estimulantes, sobre todos los juegos, podrían ser beneficiosos", comentó. "Si se debe a la estimulación cognitiva o al aspecto social, o a ambas cosas, es una buena pregunta".
Los hallazgos se basan en 329 adultos mayores que estaban libres de demencia pero que tenían un riesgo elevado de Alzheimer. Tres cuartas partes de los voluntarios del estudio tenían unos antecedentes familiares fuertes de enfermedad de Alzheimer. El 40 por ciento portaban un gen vinculado con la enfermedad.
En promedio, hallaron los investigadores, los participantes del estudio que dijeron que jugaban juegos al menos una vez cada dos días rendían más en las pruebas estándar de memoria y de otras capacidades mentales, en comparación con los que jugaban juegos con menos frecuencia.
Schultz apuntó que las investigaciones futuras deben intentar determinar si ciertos juegos parecen más promisorios que otros, y entonces evaluarlos. Esto significa diseñar ensayos en que los adultos mayores en efecto se asignen al azar a participar en actividades de estimulación mental o no.
Hartley se mostró de acuerdo en que esos estudios resultarían útiles. Pero por ahora, dijo, las personas pueden pensar en el ejercicio mental como parte de un estilo de vida saludable que podría afectar su riesgo de demencia más adelante.
Sugirió que las personas consuman una dieta saludable, que hagan ejercicio físico además de mental y que hablen con el médico sobre la gestión de los factores de riesgo cardiovasculares, como la hipertensión y el colesterol alto.
"Se trata de la forma en que se gestiona la vida completa", planteó Hartley.
Schultz presentó los hallazgos el martes en la Conferencia Internacional de la Asociación del Alzheimer en Copenhague, Dinamarca. Dado que los hallazgos se presentaron en una reunión, en lugar de publicarse en una revista revisada por profesionales, se deben considerar como preliminares.
Fuente: nih.gov