Sin duda alguna la familia sigue siendo el agente clave en el abordaje y el cuidado de la enfermedad de alzhéimer. Así lo certifica un avance del estudio «El cuidador en España», elaborado por la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzhéimer (Ceafa) y la Fundación Sanitas en el que se expone cómo la mayoría de personas con un familiar enfermo eligen ser las cuidadoras de sus allegados en un porcentaje altísimo (94%).
«Mantener a un enfermo de alzhéimer en casa es un sobreesfuerzo físico, mental y económico... pero nosotros nunca nos planteamos otra cosa», explica Saturnino Cubero, presidente de la Asociación Familiares de Enfermos de Alzheimer de Torrejón de Ardoz (Torrafal), y uno de los cuatro hijos de Isabel Segovia, una mujer que convive con la enfermedad desde hace cinco años. «Estamos todos muy unidos. Es imprescindible sentirse acompañado pero es que, además, quien paga el pato de las familias rotas es siempre el enfermo, que no sabe ni siquiera dónde está».
Por fortuna, en su caso Isabel ha pasado ya por la Fase II, donde las personas afectadas muestran su rabia a quienes les rodean, y ha entrado en otro estadio más apacible.
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