Las investigaciones apuntan a que la obesidad entre los 40 y 50 está muy relacionada con el desarrollo de Alzheimer 20 o 30 años más tarde. En lo que trabaja el equipo que lidera es en saber si ese aumento de peso va a estar asociado con una degeneración de las propiedades cognitivas y qué mecanismos pueden explicar esa unión.
Su proyecto consiste en estudiar unas células del sistema nervioso central llamadas tanicitos –no son neuronas–, que actúan como compuertas de entrada y salida de sustancias del cerebro. Es decir, cuando hígado, grasa o intestino secretan hormonas o péptidos al sistema circulatorio, muchos van a poder ir hasta él si atraviesan esas células. Si las compuertas se cierran y la comunicación se interrumpe puede haber alteraciones importantes. Una de ellas es el peso, que podría aumentar en gran medida.
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