Hoy dibujan círculos, porque quieren huir del suyo propio. Ese que les lleva de casa al hospital y del hospital a casa. Hoy diseñan subidas, bajadas y zigzags para escapar por un momento de aquello que les quita el sueño desde hace tanto. Relajan la mente del asedio continuo del cáncer a golpe de bolígrafo, trazo a trazo.
Recientemente un grupo de pacientes oncológicos adultos ha participado en un taller de zentangle, organizado por la Fundación Diversión Solidaria en colaboración con GEPAC (Grupo Español de Pacientes con Cáncer). Esta disciplina, que por su nombre significa meditación (Zen) enmarañada (Tangle), se basa en el dibujo repetido y combinado de patrones para, como aseguran sus creadores, "relajarse línea a línea".
Se trata de un dibujo eminentemente intuitivo que, aunque pueda parecer complicado, es asombrosamente sencillo, explican los organizadores del taller. "Es una técnica fascinante que combina la creatividad y la conexión interna, como una meditación activa. No hay que aprender a dibujar, tan solo hacer trazos de manera repetitiva", añaden sobre esta disciplina creada por dos estadounidenses.
Para empezar a hacer 'zentangle' se necesita un rotulador de punta fina, un espacio de papel delimitado y un lápiz para dar profundidad al dibujo.
Y ahí reside su éxito. Las pautas técnicas a seguir son tan mínimas que cualquiera puede hacerlo, incluso aquellos que pasan por un momento de autoestima tan bajo que se creen incapaces de hacer cualquier cosa. Porque en zentangle no existe el error, de ahí que los dibujos se realicen a bolígrafo o rotulador. "Nos ayuda a trasladar esa filosofía a nuestra vida cotidiana, perdonarnos a nosotros mismos por cosas muy tontas que nos martirizan es muy importante para poder avanzar", explica María Tovar, una de las únicas profesoras españolas tituladas oficialmente en este arte meditativo. Convivir con nuestros fallos. Aceptar que hay cosas que no se pueden cambiar.
"El zentangle me ha aportado otra forma de expresarme y sacar lo que llevo dentro, unos días será más alegre y abierto, otros más tupido y oscuro, pero será mío", explica Javier Martínez, un paciente particularmente optimista.
"Para los enfermos es especialmente útil, pero también para cualquier persona que simplemente sufre por el estrés cotidiano", explica María Tovar, profesora del taller El último tangle. "Llevamos un ritmo de vida tan ajetreado que no tenemos tiempo para pararnos 15 minutos, despejar la mente y entregarnos a algo tan simple como hacer un dibujo".
Pararse. Respirar. Trazar un círculo. Intentar repetirlo y ver que no es igual que el anterior. Aprender que cometeremos errores en nuestra vida que no deslucirán el dibujo final, porque será nuestro. Son lecciones que algunos profesores están queriendo ya llevar a sus aulas. "He hecho talleres con niños y con docentes que quieren empezar a implantarlo, porque les ayuda con la creatividad. Dile a un niño que se siente a dibujar un caballo y que no se salga al colorear y lo matarás. Ponle a dibujar rectas, zigzags, curvas... que innove y saque lo que lleva dentro y crearás una persona libre de pensamiento", asegura Tovar.
Aunque no sólo sirve para sacar nuestra creatividad, también ayuda a organizar y focalizar nuestra energía mental. "Me decidí a probarlo con mis pacientes, que sufren de Alzheimer, Parkinson... y los resultados fueron asombrosos", explica Laura Martín, neuropsicóloga de un centro municipal de día para personas con demencia del Ayuntamiento de Madrid. "Se quedan inmersos en la tarea, con un grado de concentración y atención que no he conseguido con ninguna otra cosa. Actualmente lo utilizamos como terapia de psicoestimulación varias veces por semana", añade.
Iniciarse en una disciplina meditativa requiere siempre de un guía en un primer momento. En el caso del zentangle, es necesario tener a un profesional que te guíe a la hora de elaborar tus primeros 'tangles', que es como se llama cada patrón, para poder alcanzar en ellos el momento de relajación.
Bolígrafo y sombra
En primer lugar, para empezar a hacer zentangle necesitaremos un bolígrafo o rotulador, con la punta más fina posible; un espacio de papel delimitado en el que trabajar, cuanto más grueso mejor para que pueda conservarse, y un lapicero y un sombreador para añadirle profundidad.
María Tovar recomienda empezar delimitando con lápiz la tesela, el papel, dejando de esta forma un borde blanco que aísle nuestro trabajo. A partir de ahí trazamos de forma totalmente libre en nuestro espacio lo que se conoce como límites, separando así unos patrones (tangles) de otros.
El zentangle se construye gracias a la aportación de quienes lo practican, es decir, que estos diseños son compartidos en comunidad teniendo cada uno un nombre propio. Por ejemplo, el Tipple se basa en llenar todo el espacio con círculos. No importa si son irregulares, más grandes o más pequeños, pero tienen que ocupar todo el espacio. Finalmente habría que darle un sombreado inferior a cada una de ellos. María Tovar recomendó en su clase tomárselo con calma: "No es cuestión de hacerlo rápido, dedícale a cada círculo su tiempo, disfrútalo. Juega con los tamaños y si uno te sale mal no pasa nada, pasa al siguiente".
A partir del momento en que uno empieza a encontrar la paz en hacer zentangle, libertad: busque diseños en internet, dibuje en el metro, cree sus propios tangles e incluso incorpórele color si quiere trabajos más artísticos. Disfrute de la meditación a través de su propio arte.
Fuente: elmundo.es