CIUDAD DE MÉXICO, 4 de agosto.-Pasqual se contrae un poco, pone un dedo en su boca y medita. Duda, de repente arriesga todo y empieza a recitar una jugada con una seguridad incólume: “Le pasa la pelota Eguiluz y Juanito Arza mete un disparo que entra por la escuadra. La gente gritó, era la locura. Me quedé con ese gol para toda la vida, sí señor, ahora me estoy acordando”.
Pasqual es un paciente que sufre daño cognitivo por Alzheimer. Alrededor de 35 millones de personas en el mundo sufren este mal de la memoria. Las personas con Alzheimer y otras demencias con frecuencia están, a las que se les niega el acceso a instalaciones hospitalarias. Las alteraciones en la conducta, comunes entre las personas con demencia, suelen ser mal comprendidas, causando estigma, culpa y malestar, convirtiéndose en dolorosas etapas para los familiares.
Según estudios de la Universidad de Barcelona, hablar de futbol entre personas con Alzheimer estimula su memoria, concentración y estado de ánimo. Por ello, la revista española Líbero decidió crear cuatro herramientas terapéuticas en ediciones que fueron realizadas como si hubieran sido publicadas años atrás.
Los pacientes han mostrado grandes avances. “Es bonito recordar las cosas buenas, las malas, las olvido”, decía Sergi en una de sus tantas terapias.
Las cuatro ediciones fueron entregadas a centros de reminiscencia en Barcelona. La investigadora de la Universidad de Barcelona, Laura Coll, aplaudió esta iniciativa. “El Alzheimer borra la memoria, pero no la pasión por el futbol y es por ello que queremos recuperar los recuerdos por medio de fotografías”.
Comienzan las charlas de futbol como una reunión de amigos que recuperan la infancia, los pacientes van viendo las revistas con los pasajes que vivieron cuando fueron jóvenes. Entre todos van diciendo lo que recuerdan: “Es que hay cosas que sin la revista no me acordaría, pero ahora que lo veo me viene a la cabeza”, explica Andoni con la edición de Líbero en las manos.
Dicen mucho y tiemblan, porque de repente la luz les ilumina los ojos. Se acuerdan del gol de Johan Cruyff de tijera al Atlético de Madrid de 1974, una noche bohemia en el Camp Nou de Barcelona o el gol de Evaristo que voló unos segundos para conectar de cabeza un balón ante el Real Madrid, cosas que cuando suceden son imborrables. Ven a Ladislao Kubala y entonces saben que jugaba en el Barcelona o a Alfredo Di Stéfano. También hay ejercicios de concentración, como una fotografía arreglada en la que Vicente del Bosque, que jugó toda su vida en el Real Madrid, aparece con el uniforme del equipo rival, el Barcelona. Se les pregunta que quién de esos jugadores está erróneo. Alguno falla, pero la mayoría acierta. La memoria regresa con el gol y los uniformes.
Ferenc Puskas fue uno de los mejores delanteros de la década de los 50. Letal y robusto, con cuerpo de hombre que parecía más bien cortar el césped de su casa un sábado en lugar de un ariete mortal. Envejecido, comenzó a perder la memoria. No era aquel hombre listo que tenía la velocidad superior a cualquiera. Ya en lo último, sólo reaccionaba para comer golosinas y sonreír con alguna visita ocasional; pero se le escuchaba decir: “no sé por qué sonrío”. Sufrió mucho antes de morir, a los 79 años.
Ejemplos como el de él llevaron al estudio de la reminiscencia por medio del futbol, proyecto que lidera Laura Coll con la ayuda de la médica Sandra Domenech.
De tal forma, personas que han olvidado el nombre de sus propios hijos, han sido capaces de recitar alineaciones completas de un equipo que los marcó de por vida y con ello se inicia una terapia recreativa en la que se va incluyendo a la familia para rehabilitar la memoria.
Los pacientes con daño moderado han avanzado con la ayuda de Líbero, la revista que no solamente se centra en lo deportivo, sino que desde su creación ha defendido la tesis de que el futbol puede ayudar a la sociedad. Los cuatro ejemplares antiguos que brindaron como apoyo a los centros de salud tenían en la portada a jugadores como Pelé o Johan Cruyff, además de material fotográfico que motivó a los ancianos a sonreír.
Y es que el futbol es un eficaz conductor comunicativo para las personas. Las pláticas se fueron animando conforme iban viendo los retratos de los goles y con ello también se alcanzó un punto de buen humor y relajación que ayudó al cerebro a escarbar más en la memoria. El futbol, a final de cuentas, es un puente con el pasado.
En Israel, en la Universidad Bar Ilan, iniciaron estudios contra el Alzheimer, pero ocupando la música. Los individuos que entraron en las terapias comenzaron a recordar canciones hasta entonarlas de forma grupal, si alguno no enganchaba las estrofas seguía el ritmo de la música. Los familiares terminaban muy agradecidos por la evolución, pero en el caso del futbol el desarrollo ha sido mucho más avanzado. Sucede que la pasión por el futbol en cada país es diferente y no se tiene la misma cantidad de material.
Hablando de futbol, se ayuda a recordar a los pacientes como mencionó la doctora Sandra Domenech: “Es combatir la demencia con sus propias vivencias y la estimulación con las pláticas de grupo. Con ello, se ha mejorado el estado de ánimo de los pacientes que van muy contentos al taller y están allí con gusto. Las mujeres por ejemplo, recuerdan los rostros de los futbolistas que les agradaban cuando eran jóvenes. Todos hablan sólo de futbol”.
Fuente: excelsior.com.mx