Hasta la bandera estaba el lunes el auditorio cuando comenzó la gala de Navidad de Afasal. Más de 700 personas dispuestas a divertirse un buen rato y, al mismo tiempo, colaborar con la Asociación de familiares de enfermos de alzhéimer. Solidaridad a dos bandas entre el público que acudió a la cita y los artistas que desinteresadamente colaboraron con esta causa. As Cantareiras de Ardebullo , Nucha e Mucha, Cándido Pazó y Carlos Blanco fueron, por orden de aparición, los encargados de amenizar la velada.
Antes de empezar, la presidenta de Afasal, Sofía Beiras , no quiso olvidar el cumpleaños de Nucha, que pudo actuar con el estómago bien lleno y bien dulce gracias a la espectacular tarta con la que fue obsequiada. Veintiocho añitos, nada menos, aunque la verdad es que el negro le sienta fatal, porque en el escenario aparenta muchos más.
Fueron precisamente As Cantareiras de Ardebullo las encargadas de inaugurar la gala. Lo hicieron con una de tráfico y con una referencia a la política urbanística de Vilagarcía, una ciudad que, en el mundo particular de Nucha e Mucha, compra esculturas y, para darles uso, construye rotondas. Entre ellas figura la escultura de una banqueta, «esa que é unha u para abaixo. Esa medrou desde o ano pasado». Ese asiento es, por supuesto, la obra de Chazo Luz Salgada.
Como Nucha e Mucha tuvieron una serie de problemas técnicos que requirieron atención especializada entre bastidores, dieron entrada a Cándido Pazó. El contador explicó al respetable la historia de Xan Lacazán y de las vueltas que dio hasta que consiguió vivir sin dar golpe.
Después de que las Cantareiras intentasen deleitar a los asistentes con algunas canciones, se subió al escenario Carlos Blanco. El actor, vestido de blanco, habló, como suele hacerlo, de A Illa, ese lugar en el que «non é que non haxa direccións prohibidas, é que son orientativas», y describió el carácter de los isleños: «Un da Arousa non che pide que o leves, móntase no coche, e ¡ala!». Y como hay que reírse de casi todo, el actor habló también de la muerte y recordó algunos epitafios, como el escabroso «¿Queredes gusanitos?». En su repaso a la actualidad, el artista vilagarciano se acordó de la familia Real y del divorcio de la infanta Elena.
Desde el principio al final, el público no dejó de reírse y de aplaudir. Público, por cierto, de todas las edades, desde los dos y tres añitos hasta varias décadas.
Fuente: lavozdegalicia.es