Robots humanoides e incluso peluches robotizados para charlar y estimular cognitivamente a ancianos y enfermos, junto a otros con habilidades de camareros, guías o asistentes en museos han desfilado en «RoboCity16», una «cumbre» de referencia internacional, que ha arrancado este jueves en Madrid.
Esta conferencia, de dos días, ha sido organizada por el consorcio español «RoboCity 2030», formado por la Universidad Carlos III de Madrid, la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidad de Alcalá, la Universidad Rey Juan Carlos y la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), informa Efe.
Esta plataforma, que involucra a unos 200 investigadores cumple justo este año una década en funcionamiento, y está financiada por la Comunidad de Madrid, cofinanciada por Fondos Estructurales de la Unión Europea, y además cuenta con una treintena de empresas asociadas.
Aunque los robots son aún torpes en fluidez de movimientos y se enfrentan al complejo desafío de manejarse de forma natural en espacios desconocidos o con trabas imprevistas, los avances en robótica de servicio, para interactuar cada vez más con los humanos, fuera de espacios cerrados como los industriales están siendo enormes, han coincidido los expertos.
Las jornadas han sido inauguradas por el ingeniero Alin Albu-Schäffer, jefe del «Institute of Robotics and Mechatronics», del Centro Aeroespacial Alemán, junto al director general de Universidades e Investigación de la Comunidad de Madrid, José Manuel Torralba, el director de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la UPM, Emilio Mínguez, y el coordinador de RoboCity 2030, Carlos Balaguer.
El espíritu de este consorcio que involucra a tantos grupos de investigación, con el apoyo de autoridades, empresas e inversores es fundamental para avanzar en proyectos de tanta envergadura como los relacionados con la robótica para el ciudadano, ha asegurado Balaguer, que es además catedrático del prestigioso Laboratorio de Robótica de la UC3M.
Esta universidad ha acudido a la conferencia con robots tan populares como Teo, uno de los primeros humanoides bípedos a escala humana en Europa, que está siendo entrenado en la actualidad para manejarse como camarero llevando comida y bebida, según han explicado hoy a Efefuturo sus responsables.
Más allá de la dificultad de caminar como un humano, algo realmente complejo para los robots en terreno no llano, este humanoide de 1,7 metros de altura y más de 60 sensores, además de 28 motores o grados de libertad, está aprendiendo a moverse con una bandeja, sin que se le caiga lo que va encima, han añadido las fuentes.
Por su parte, MiniMaggie es un tierno peluche robotizado con dotes sociales, de unos 30 centímetros de altura, que charla con las personas y expresa alegría, tristeza o enfado entre otros sentimientos, e incluso se sonroja.
Este robot ha empezado a utilizarse con fines terapéuticos y de entretenimiento en centros de día con ancianos, como parte de un programa en colaboración con la Fundación Alzheimer España, según Miguel Ángel Salichs, asimismo catedrático del Laboratorio de Robótica (Robotics Lab) de la UC3M.
Otros de los robots «estrellas» con habilidades sociales expuestos en esta jornada son Doris y Urbano, de la Universidad Politécnica de Madrid, un par de semihumanoides, sin piernas, al menos por ahora, que se mueven en sendas plataformas e interactúan con las personas, mediante «inteligencia artificial».
Doris, dotada de labios prominentes y grandes ojos que se mueven al tiempo que habla, se enfada, se entristece o se alegra dependiendo del entorno, y es capaz de tomar decisiones como pararse si alguien se antepone en su camino, gracias a una «compleja matemática de control de movimientos», han explicado hoy a Efefuturo sus desarrolladores.
Todavía no tiene brazos, pero en breve se le colocará uno, y además de hablar español e inglés, es capaz de mover la cara, sonreír o hasta guiñar el ojo, con sus 16 sensores del rostro. Asimismo, está dotada de cámaras, láser y radares para manejarse.
Otro de los ejemplares punteros es Carlitos, el primer antropoide submarino, que trabaja a cuatro patas, de forma sostenible, en las profundidades marinas, sin límite de metros, y puede cargar con cientos de kilogramos de peso y sortear tropiezos del terreno, como rocas.
Una de sus mayores peculiaridades es que gracias a un sofisticado traje con sensores, el robot replica en el mismo lugar de trabajo los movimientos que realiza el operario que lo telemaneja en la distancia ante un pantalla.