Los buenos hábitos en la juventud y en la madurez son una de las claves para generar resistencias a las enfermedades neurodegenerativas pero ser consciente de la importancia de todo ello a largo plazo no es nuestro fuerte.
Los malos hábitos en la mediana edad pueden tener graves repercusiones décadas después generando problemas cerebro-vasculares o incrementando el riesgo de demencia. David Pérez Martínez, es director general de la Fundación del Cerebro y con él descubrimos las claves para cuidar de nuestro cerebro.
En España, cerca de 400.000 personas tienen más de 90 años y, según las estimaciones del INE, se prevé que esa cifra se multiplique por cuatro en 2050. Vamos a vivir más pero hay que vivir mejor.
Hay que dar calidad a los años. Hemos conseguido y tenemos que estar orgullosos de ello, una sociedad en la que hay nonagenarios por cientos de miles pero hay que llegar a esa edad con el cerebro adecuado y bien cuidado. Los estudios nos dicen que para cuidar al cerebro hay que empezar lo antes posible, quizá desde la infancia con hábitos saludables para prevenir el envejecimiento cerebral y las enfermedades neurológicas.
¿Tenemos conciencia de la importancia de cuidar el cerebro?
Probablemente somos cortoplacistas en general. Nos quejamos de que todo el mundo actúa a corto plazo, empezando por los políticos, pero nosotros tampoco pensamos en nuestro futuro; pensamos en tener el cuerpo bien, perder peso, estar guapos, pero no de estar guapos por dentro, en el cerebro y cuidarlo porque no duele. Los síntomas de una disfunción cerebral pueden ser muy sutiles y el propio paciente no se da cuenta del proceso. Por eso, es fundamental la prevención primaria, intentar prevenir que no aparezcan ese tipo de trastornos.
Nos falta mucha información de base, ¿qué es el cerebro?
El cerebro lo es todo. Nosotros somos nuestro cerebro. Cuando nuestro cerebro falla se llama muerte cerebral. La comunidad científica ha aceptado que cuando el cerebro deja de funcionar irreversiblemente el sujeto ha fallecido; no es importante, es la parte fundamental que nos hace seres humanos o individuos independientes y por tanto es fundamental cuidarlo.
Es una respuesta que tiene la evolución a adaptarse a las circunstancias ambientales. En nuestro genoma tenemos programadas una serie de funciones para las actividades o eventos de alrededor pero la evolución inventó un sistema que era adaptable insitu a las circunstancias que hay. Si aparece un depredador el sujeto era capaz de reconocerlo y huir o darle caza. Es un invento evolutivo, el sistema nervioso ha conseguido llegar a la civilización del siglo XXI en su mayor exponente que es el ser humano.
Somos todo gracias al cerebro, hemos llegado aquí gracias al cerebro, lo lógico es que lo cuidemos para preservarnos como seres humanos y como individuos con nuestra personalidad hasta que cumplamos los 90 años.
¿Por qué no somos conscientes de esta importancia?
Porque ponemos el piloto automático. Antes del siglo XX, durante mucho tiempo, muchos filósofos pensaban que teníamos un hombrecito dentro del cerebro o el alma, que nuestro cerebro no era más que una especie de sistema de engranaje que hacía que ese hombrecito lo manipulara de alguna manera para poder movernos y conversar y tener relaciones sociales. Hasta finales del XIX no nos damos cuenta de que no hay algo más sino que nuestro cerebro lo es todo. Esa ignorancia es casi histórica y realmente en estos momentos la ciencia ha demostrado que nuestro cerebro dicta toda nuestra conducta.
¿Por qué es tan difícil conocer el cerebro?
El cerebro no es sólo estructura. Puedo coger un cerebro de un genio cortarlo en miles de pedazos, examinarlo pero no voy a entender nada sino que es la función que establece ese cerebro dentro de sus múltiples funciones. Es la máquina más compleja que existe en el universo conocido. Algunos opinan que la propia máquina que lo estudia, que es el cerebro, es incapaz de entenderse a sí mismo; hay cierta dicotomía filosófica en el sentido de que si seremos alguna vez capaces de entendernos a nosotros mismos con esa misma máquina.
En los últimos veinte años a raíz de la década llamada del cerebro, en los años 90, se ha conseguido un salto cualitativo y cuantitativo enorme. En los años 80 partíamos, no de un conocimiento aristotélico, que suponía que el cerebro era para enfriar la sangre, una especie de radiador, no es que partiéramos de ahí pero en los últimos veinte años gracias a nuevas tecnologías de neuroimagen, resonacia magnética funcional, pruebas de medicina nuclear se ha dado una vuelta enorme. Es imposible abarcar todo el conocimiento de las enfermedad de las neuronales y hay una especialización enorme.
La Fundación del Cerebro ha desarrollado, con la colaboración del grupo farmacéutico BIAL, un decálogo con recomendaciones sobre cómo envejecer manteniendo el cerebro saludable, que cuenta con el aval de la Sociedad Española de Neurología. ¿Cuáles son las claves?
Hacer ejercicio y evitar el sedentarismo. Hay estudios que evalúan la cantidad de ejercicio que se realiza y la posibilidad de deterioro cognitivo dos décadas después. Los que hacen más tienen menos deterioro cognitivo; incluso hay más evidencia científica en que el ejercicio físico previene más el deterioro cognitivo que la propia actividad intelectual.
No hace falta un programa de ejercicio formal, hay que activarse, con eso cumplimos el expediente cerebral para prevenir este tipo de enfermedades.
Alimentación y descanso. Muchos de estos factores están interrelacionados. También incidimos en los factores de riesgo cardiovascular; la hipertensión, la diabetes, la hiperglucemia están relacionados con el sedentarismo y con la dieta. Hay evidencias en estudios epidemiológicos de que la dieta, sobre todo cuando es rica en verduras y pescado, por los ácidos grasos poliinsaturados, el Omega 3, de alguna manera, retrasa la aparición de deterioro cognitivo. La dieta japonesa rica en pescado y la dieta mediterránea son dos ejemplos. Usar aceite de oliva, tomar pescado fresco, azul, volver a esa dieta tradicional es una buena herramienta.
Estimulación intelectual. Siempre digo que no se trata de obligar al sujeto a hacer crucigramas o sopas de letras si no le gustan. El punto clave es que sea algo que motive al sujeto y que suponga un cierto reto, el aprendizaje de cosas nuevas, abandonar la rutina y si además este tipo de actividades intelectuales, como ir al cine, al teatro, escuchar música se pueden hacer en un ambiente social, mucho mejor. Interaccionas con otros, discutes o no, y eso enriquece.
El buen humor. Uno tiene un problema de perdida de memoria y lo mandan al neurólogo; de pérdida de animo y lo mandan al psiquiatra y al final es lo mismo, todo está en la misma caja. Las emociones y la cognición están muy relacionadas. Intentar enfrentarse a las cosas con un espíritu de botella medio llena y no media vacía.
Fuente: efesalud.com