Hace unos años, cuando se mencionaba la palabra robot, se pensaba inmediatamente en el cine. Ahora las cosas empiezan a cambiar, porque ya no puede considerarse raro ver un robot atendiendo a clientes. Ni siquiera en España, donde en algunos centros comerciales puede verse a un robot Pepper ayudando a los clientes a encontrar el artículo que buscan.
Sin embargo, la sociedad está dando un paso más: el de los robots de compañía. En Asturias, el robot foca Nuka, que internacionalmente se conoce como Paro (Personal Assistant RObot), ya se está comercializando y se puede ver en algún geriátrico para ayudar a los ancianos a sobrellevar su estancia.
Esta tierna mascota electrónica tiene sensibilidad al tacto y reacciona a las palabras de las personas. Su creador, el japonés Takanori Shibata, lo construyó como terapia para personas con demencia, depresión o agresividad. "Incluso podría sustituir a los medicamentos", explica el profesor en la feria de robótica Global Robot Expo, que se celebra durante esta semana.
La apariencia tranquila de Nuka contagia esa paz a las personas que lo tienen en brazos y lo acarician. Es como un bebé, incluso su cargador tiene forma de chupete. Y si su aspecto ya produce ternura, notar su tacto agradable acrecenta la sensación. Sus gestos y sus sonidos también ayudan a que las personas acaben sintiendo afecto por esta mascota robótica, que responde a las caricias, a las palabras y a su nombre como un animal vivo, moviendo la cabeza y la cola, a la vez que imita la voz de una foca bebé de verdad.
Según los cientos de centros asistenciales que tienen a Nuka por todo el mundo, esta simpática foca ha logrado reducir el estrés de pacientes y cuidadores, a la vez que fomentaba la comunicación entre ellos. Además, también ha demostrado tener un efecto psicológico en las personas, ayudándoles a relajarse, a socializar y a motivarse. Por todo esto, acabó plasmada en el libro Guiness de los Récords como el robot más terapéutico del mundo, después de ayudar a personas con demencia, alzheimer, ancianos, niños hospitalizados, personas con discapacidades psíquicas o graves traumas psicológicos, donde la parte afectiva es un área de vital importancia.
Fuente: elmundo.es